Mario y Nara, atrapados en la utopía

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Iniciaba el año 1978 y Mario se encontraba en quinto año de la carrera de Medicina Veterinaria. Tenía una novia con la que planeaba casarse al terminar sus estudios, pero fue reclutado para participar en la Guerra de Etiopía.

Ante el avance somalí, en noviembre de 1977 el gobierno etíope pidió ayuda militar a Cuba. La isla comenzó el traslado de tropas regulares y especialistas que estarían al mando del General de División Arnaldo Ochoa. El primer batallón de tanques llegó al frente el 28 de diciembre de 1977. En total Cuba envió alrededor de dieciocho mil efectivos.  

Mario fue uno de esos jóvenes. Partió con la promesa de que a su regreso podría retomar sus estudios, que su novia esperaría por él a pesar de su abandono. En una de sus cartas le escribe:

“Nara, no se puede escribir para la calle, por eso lo hago a picotazos y escondido. (…) Estamos en un monte acampando a agua, sol y sereno sin tiempo para nada incluso de noche tenemos preparación. (…) Son tantas las cosas que quiero decirte que no puedo en estos momentos, quisiera desahogar mis sentimientos, pero me es imposible, quisiera tener cien hojas de libreta y veinte horas para hablar contigo, pero carezco de todo eso. Esto es una verdadera fragua donde se forjan hombres, ideales y sentimientos. Quisiera que no me reprocharas nada. Solo te digo una cosa, te quiero, te amo para siempre.”

A su regreso en julio de 1980 encontró que los años de aprendizaje fueron en vano. Debía comenzar de nuevo en el primer curso, aunque antes de partir para Etiopía solo le faltaran unos meses para graduarse. Le habían asegurado que al regreso podía retomar los estudios por donde los había dejado. Por eso, sin fuerzas para recomenzar renunció al soñado título de médico veterinario.

Por lo menos su Nara seguía amándolo y estaba dispuesta a casarse con él.  Un matrimonio solo por la vía legal ya que no tenía dinero para hacer la celebración que ella se merecía. Pero la familia se unió y entre todos le hicieron a la pareja una fiesta decente.

Foto del matrimonio de Mario y Nara

Con dos hijos y esposa, descubrió que su salario mísero como veterinario era insuficiente. Nara compartía las labores como madre y ama de casa. Tejía cosas para vender y pasaba las noches cosiendo por encargos.

Lo recuerdo todo: los adornos que construían de caña brava y semillas, flores de tela para adornar el pelo, las zapatillas con suela de neumáticos, cigarrillos caseros, los bolsos de tela y el alcohol destilado. Muchas veces observaba la carne en nuestros platos y solo arroz con frijoles en los suyos. Construyeron bloque a bloque su casa, con sacrificio vistieron y alimentaron.

La familia en 1989

Hoy, pasados los sesenta años siguen luchando. Los aumentos de precios, las estrecheces y limitaciones que implican crecer en esta isla han moldeado su forma de ver la vida. Sobrevivir manteniendo unida a la familia, es su única ambición.

Mario y Nara son de una generación que creció escuchando discursos, promesas de un futuro mejor que nunca llega. Una generación que muchos creen ciega, pero que yo, a pesar de las discrepancias, comprendo.

Son mis padres, treinta y ocho años viendo su batalla, sus ganas de conquistar una vida sencilla. He visto miedo y comprensión en sus miradas cuando alzo la voz ante las injusticias. Pero siento que nunca me van a dar la razón, seguirán defendiendo este buque que se hunde plagado de violaciones y miseria, porque es muy difícil pararse frente al espejo, reconocer que vivieron y arriesgaron sus vidas por una utopía.

La familia en la actualidad.

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Fabiana del Valle

Fui una niña que soñaba con colores y letras capaces de lograr las novelas más leídas o esos poemas que conquistan a corazones rebeldes. Hoy cerca de los cuarenta, con los pies firmes en esta isla, dejo que el pincel y las palabras sean eco de mi voz. Esa que llevo apretada, prisionera de las circunstancias y mis miedos.

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4 thoughts on “Mario y Nara, atrapados en la utopía

  • Muy interesante tu historia! Aunque conocía algo pero no mucho de esa vida que les toco vivir, la ultima vez que vi a Mario fue el día del funeral de mi abuela que por cierto creo fue el día que lo conocí personalmente, tu argumento es cierto aveces el temor no deja abrir los caminos y ver la realidad que ustedes están viviendo, pero una boca cerrada no ayuda a que el mundo conozca cual es la realidad q se vive ahí….pero desdichadamente eso sucede, suerte y quizás en un futuro puedas realizar tu sueño junto a tu hija

  • Soy un poco mayor que sus padrers de usted, tengo 70. Quizá ellos entiendan las razones de su rebeldía pero no quieren alentarla por temor a las consecuencias que pudiera traerle a usted esa postura. A veces los padres por proteger a nuestros hijos perferimos ignorar sus justas demandas. en mi caso yo discuto todo con el mío que aún vive en la isla. él sabe hasta donde puede llegar y las consecuencias de sus actos, no puedo decirle que haga o deje de hacer aquello en lo que cree. Pero quiero ser transparente con él. Yo viví también mi cierta ilusión con aquel proceso aunque siempre hubo cosas que no me gustaron. Ya no me gusta nada de lo que veo en Cuba, todo el castillo se ha derrumbado a mi modo de ver. Nada es salvable allá y después de la represión descarnada de los manifestantes del 11-J no hay nada que esperar de aquella gente..

  • que la bendicion de dios los sace de ese infierno.

  • Creo q todos tenemos un Mario y una Nara ,en mi caso me dan la razón bajito que nadie los escuché y me dicen que lo q no quieren es que me meta en problemas y intento darles la tranquilidad q ellos buscan por mi bienestar,pero luego recuerdo que por el silencio de tantas generaciones ,la mayoría por miedo ,estamos como estamos y solo les puedo decir que yo asumo toda la responsabilidad de mis actos y palabras y nuevamente vuelvo a las denuncias cada día por las injusticias que comenten con nosotros los cubanos en este,nuestro país con escaces de felicidad y abundancia de decepciones .

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