La rendición silenciosa

La imágen es un dibujo digital de Fabiola González Diaz. 

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Vivo una época que para algunos resulta fascinante. El avance de la inteligencia artificial va transformando nuestras vidas a una velocidad abismal y eso a mí me asusta.

Mi papá siempre me decía que soy de las que le busca “las cuatro patas al gato”, pero cuando las tareas más complejas se resuelven en segundos, existen algoritmos que anticipan nuestros deseos y las máquinas llegan a escribir, hablar o crear imágenes que parecen salidas del ingenio humano, es momento de pararse a reflexionar. Mientras más “intuitiva” se vuelve la tecnología más se adormece el espíritu de las personas.

Desde niña estoy viendo películas de ciencia ficción que advierten sobre algo mucho más inquietante que la amenaza de una Inteligencia Artificial autónoma; la rendición voluntaria de la humanidad. No hace falta que las máquinas nos destruyan como en el cine, basta con que nos resuelvan la vida, nos ahorren el esfuerzo de pensar, dudar o elegir.

Idiocracia, por ejemplo, es una comedia distópica dirigida por Maike Judge en 2006 en la que un hombre promedio es congelado y despierta quinientos años en el futuro. El filme no muestra una rebelión tecnológica como tantos otros, más bien decadencia intelectual en una sociedad donde nadie reflexiona, contradice y recuerda, todo es fácil y cómodo. En ese vacío disfrazado de paz se va extinguiendo lo humano.

Ya se están viendo los síntomas a nivel mundial pero en Cuba se nota a una escala alarmante. A pesar de que después del 1959 todas las tecnologías han llegado tarde a la isla, los cubanos hemos corrido una maratón para no quedar detrás.

Análisis insignificantes, pérdida del lenguaje que va desde no poder sostener una conversación sin distracciones hasta escribir “hola” como las olas del mar. Jóvenes que van de fiesta y al ritmo de “tacto, que llegó el reparto” bailan con la cabeza metida en el móvil, cálculos simples que se resuelven con una calculadora, conversaciones sobre la ropa que se compran en Shein o la vida de los famosos, trabajos escolares resueltos con la ayuda de la IA Luzia.

Es que estar rodeados de tecnología que ofrece respuestas de un modo inmediato es cómodo, no hay que cuestionar nada cuando todo está ahí a solo un clic. La cuestión es que nos está robando el hábito de hacer preguntas, de investigar y forjar criterios.

La Inteligencia Artificial no nos controlaría por la fuerza, nos iría conquistando por omisión. Y nosotros los cubanos que ya estamos condicionados a todo tipo de manipulaciones llegaremos primero a la dependencia. Estaremos tan anestesiados como para entregar el timón de nuestras vidas. Aunque pensándolo bien llevamos 66 años adormecidos y no bajo el yugo de una IA.

Una élite pequeña pero poderosa ha colocado las piezas en el tablero y entiende lo que está en juego, dominan el lenguaje del código, los flujos de datos, las infraestructuras invisibles que definen nuestras decisiones mientras nos mueven como peones sin que lo notemos.

No podemos ser ingenuos, la Inteligencia Artificial no es neutral, es un arma sutil y con el tiempo será el nuevo cetro del poder global

Mientras tanto, la mayoría seguiremos distraídos creyendo que tenemos el control de nuestras vidas. Si no pensamos, creamos y sentimos ¿qué libertad nos queda?

Tal vez no todo esté perdido, podemos elegir nuestra humanidad. Crear nuevas trincheras en el arte, la filosofía, la literatura. Pensar por nosotros mismos, mantenernos alerta y mirar más allá de una pantalla.

La IA será más poderosa cada día, eso es un hecho. La cuestión es qué haremos cuando llegue ese futuro. Pienso que aún estamos a tiempo y eso por el momento sigue siendo decisión nuestra.

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