La otra cara de las calles cubanas

La mayoría son personas mayores que no tienen familia, rotas por años de migraciones, conflictos o desgaste emocional.

Por Fabiana del Valle

HAVANA TIMES – Figuras solitarias cubiertas de harapos deambulan por las calles de nuestras ciudades, arrastran los pies en silencio, buscan entre la basura y con la mano extendida interceptan al caminante. El gobierno cubano y su “revolución justa” prometió un país sin mendigos. Esa es una de las banderas que han ondeado como símbolo de justicia social, se supone que asumirían la responsabilidad de ofrecer educación, salud y sustento básico para todos.

Pero a pesar de los “esfuerzos institucionales” y los discursos oficialistas la realidad muestra grietas por las que se cuelan historias de abandono, exclusión y desesperanza. Al recorrer las ciudades y pueblos del país se muestra una contradicción que ya no puede esconderse. No se trata de mendicidad masiva como en otros países latinoamericanos, pero sí existe una red de exclusión que ha dejado a muchos sin techo, comida y voz.

La mayoría son personas mayores que no tienen familia, rotas por años de migraciones, conflictos o desgaste emocional. Algunos padecen enfermedades mentales no diagnosticadas ni tratadas y quedan atrapados en un limbo institucional donde los servicios de salud pública no logran responder. Otros han sido vencidos por la pobreza extrema.

Lo más alarmante es que nos acostumbramos a su presencia, los vemos como parte del paisaje urbano. En el mejor de los casos les ofrecemos dinero, un pan o una bebida, en el peor, desviamos la mirada, nos movemos rápido, bajamos la mirada y fingimos que no escuchamos ese “¿me ayudas con algo para comer?”, nosjustificamos con la idea de que solo quieren el dinero para beber y es en esos actos donde reside el peligro, donde vamos perdiendo nuestra humanidad. Esta indiferencia también los margina, si no los vemos es como si no existieran, pero sí existen.

No pretendo romantizar la miseria ni repartir culpas. Es un hecho que los cubanos hemos ido perdiendo los valores de solidaridad, empatía y justicia. Estamos tan ahogados entre la miseria y la oscuridad que el instinto básico de la supervivencia ha salido a flote. Este es un fenómeno que está ahí, crece más cada día y no va a desaparecer por arte de magia.

No es solo protestar por los apagones o los precios abusivos, es cuestionar por qué hay personas durmiendo en los portales, ancianos sin medicamentos ni cuidados, jóvenes sin rumbo que deambulan entre la indigencia y la ilegalidad. Ellos son seres humanos y como nosotros poseen su historia, su dolor y su dignidad.

Exigir en Cuba cualquier mejora para el pueblo se vuelto inútil y peligroso. Hay tantas cosas que nuestros gobernantes ignoran por incapacidad o dejadez, pero estas personas necesitan una asistencia inmediata, programas de reinserción social reales y no operativos aislados. Ningún país puede considerarse justo si sus ciudadanos más vulnerables no tienen dónde dormir ni qué comer.

Mientras tanto, solo nos queda practicar la compasión activa mientras el gobierno finge ante la opinión internacional. A veces una comida, unas palabras o escuchar al prójimo puede marcar la diferencia. Una sociedad que solo piensa en el “sálvese quien pueda” y deja atrás a los desamparados no solo falla en lo económico o en lo político, falla en lo humano.

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One thought on “La otra cara de las calles cubanas

  • no es la otra cara como dice el titulo de la foto, es la real cara de Cuba., Lo otro es fachada.

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