Resistir con creatividad en Cuba

HAVANA TIMES – En casa hace dos días que no tenemos azúcar. Después de un largo periplo he comprobado que una libra de azúcar cuesta 500 pesos (la tercera parte de muchos pensiones). Mi abuelo no puede comprender, yo tampoco. Él y su padre vivieron el esplendor de la industria azucarera cubana. De que parece una burla descabellada, no hay dudas.
Improvisar con creatividad ha llevado a muchos a utilizar la miel como endulzante, a otros a cuestionarse qué dejarán de adquirir para comprar la necesaria libra de azúcar y a otros tantos como yo, a renunciar al refrescante guarapo.
Nadie olvida los años en que la zafra atrapaba a profesionales y estudiantes con su legendario eslogan de los 10 millones van, millones que devinieron en 8 millones de toneladas. Tampoco se olvida la utilización de técnicas como la quema de los suelos que dañaron los cultivos y otras vicisitudes soportadas por los macheteros, que se vieron afectados por sus bajos salarios durante años.
Como un espejismo nuestros mayores, salvaguardas de nuestra memoria, recuerdan el desmantelamiento de varios centrales en el período especial, y tampoco olvidan el fatídico año 2002 cuando se cerraron 71 centrales de los 156 que permanecían activos. En ese periodo ya se compraba azúcar en el extranjero para consumo interno. Hace tres años molían solo 36 centrales, a día de hoy, solo 15 participarán en la próxima zafra azucarera.
Es ridículo pretender que la falta de abastecimiento de azúcar tenga que ver con la crisis actual de la economía. Esta mentada crisis no justifica la gestión insuficiente y la falta de inversión durante años. Escuchar la acostumbrada retórica que alega: roturas de calderas, falta de fertilizantes, pesticidas, insumos, maquinarias, transportes y mano de obra, resulta una falta de respecto a la población. Es burdo pretender la desmemoria.
En las condiciones actuales de la economía cubana no existe tan siquiera relación entre el salario y los precios, cómo suponer que el abastecimiento del azúcar iba a tener otro resultado del que tiene. Argumentar que la falta de combustible es el detonante de esta escasez es un ultraje y una afrenta a la inteligencia ciudadana, cuando nuestra caña de azúcar, en sus inicios, fue tirada por bueyes.