La fumigación en la Cuba de hoy

Por Esther Zoza

HAVANA TIMES – Trabajar como fumigador en Cuba requiere algo más que destreza y fuerza. Casualmente presencié un altercado entre el morador de una vivienda y uno de los abnegados trabajadores de la salud. Litigio que me dejó meditando durante el resto del día.

Aunque la labor de los fumigadores es considerada clave para las campañas antivectoriales, es cierto que la mayoría de las veces su llegada interrumpe la cotidianidad familiar y esto puede ser motivo de problemas.

Durante la fumigación es frecuente que los vecinos se reúnan fuera de sus viviendas e inicien un diálogo donde descargan todas sus inquietudes. Generalmente la conversación está marcada por un halo de decepción.

La falta de higiene en las calles es un detonante distintivo de esta desesperanza. Imposible no ver el incremento de las aguas albañales, barrios convertidos en inmensos vertederos.  Vertederos que se aproximan, a diario, tanto a las casas como a los edificios.  A esta situación se suman los apagones con su secuela de mosquitos. Los focos de larvas crecen ante la necesidad de almacenar agua, mientras los salideros se convierten en pozas en las calles y el dengue cobra numerosas víctimas.  

Claro que un simple trabajador de la brigada sanitaria no puede resolver ni es culpable de los males que nos afligen. Pero llegado a este punto resulta obvio que el vecino -y todos nosotros con él-  se preguntara qué sucede con la planificación y prevención, con la  sistematicidad en la fumigación. Es lógico que la gente más humilde se preocupe por la escasez de combustible en el país, cuando es imprescindible para el funcionamiento de los equipos de termonebulización, bautizados como bazucas por el pueblo, que evitan la proliferación de los mosquitos.

Estas incógnitas se tornan difíciles de develar, sobre todo cuando hay que bregar en busca del sustento.  Lo cierto es que la dejadez general es innegable y, mientras, la gente sigue enfermando.

Canalizar la insatisfacción popular para muchos resulta imposible. Se requiere de herramientas que no todos pueden desarrollar, sobre todo cuando está en juego la salud. 

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Esther Zoza

Nací en la década del 60. Amo a mi país y a su gente sencilla y sacrificada. Gusto de las artes, en particular la literatura. En la música disfruto de la trova tradicional y contemporánea, también de la ópera y la música instrumental. Respeto todas las religiones. Me gustan los temas esotéricos y místicos, además disfruto de los enigmas del universo. Creo sobre todas las cosas en Dios. Soy persistente y disciplinada para cumplir mis metas. Me gusta el campo. Vivo cerca del mar. Creo en las relaciones de pareja y en el amor en todas sus manifestaciones.

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