Indiferencia ante el otro
HAVANA TIMES – Ayer, mientras me trasladaba de municipio por gestiones de trabajo, fui testigo de la indiferencia de choferes y transeúntes, ante un anciano que exponía su vida pidiendo limosna en medio de la calle. ¿Inmovilismo, apatía? Mientras me compadecía de aquellos que se habían negado a buscar en sus bolsillos, hurgué en los míos y fui tras el anciano. No era mucha la ayuda que le ofrecía, pero hice mi parte.
Ser testigo silencioso de la falta de empatía requiere de un barrido emocional que no poseo. Crecí en un entorno donde era natural estar a disposición de familiares, amigos y vecinos, para lo que fuera.
Colaborar, dar apoyo, socorrer, son acciones cada vez menos frecuentes en el actuar de la Cuba de hoy. El cambio de la conducta social es revelador.
Dejar de ayudar al prójimo, esperar a que otro lo haga o no, es una falta de responsabilidad y compromiso social. Crear una barra mental ante los más necesitados, negarnos a extender la mano a nuestros semejantes es manifiesto del deterioro de valores cívicos.
En una sociedad como la nuestra donde la mayoría de los ancianos están visiblemente desprotegidos, es necesario buscar en nuestras raíces palabras amables, un gesto conciliador, una solución inmediata: monetaria, alimenticia o de abrigo, que pueda promover un cambio de actitud.
Dejar pasar un evento de este tipo donde no ofrecemos lo mejor de nosotros es un lastre emocional y social que nos acompañará siempre. Una mano tendida a nuestro paso es una señal divina para comprometernos.