Entre cazuelas y pulidoras en Cuba

Sarten con costra, utensilio muy común en las casas cubanas.

Por Esther Zoza

HAVANA TIMES – No sé si heredar los enceres de cocina de generación en generación puede parecer surrealista en otras latitudes, pero en Cuba es patrimonial.

En mi casa las cazuelas, ollas y calderos pertenecieron a las heroicas mujeres de mi familia. Las que curtieron sus manos a fuerza de utilizar estropajos, lijas y cuchillos afilados durante horas. Horas de dedicación para deshacer capas de grasas, convencidas de que su labor sería más gratificante, para la familia, y ahorrarían más keroseno, gas o electricidad.

No imaginarían que 40 años después mi madre y yo utilizaríamos las mismas cazuelas: reliquias de un tiempo, en que estos mágicos cacharros se producían con calidad y estaban disponibles en comercios y ferreterías. Mucho menos supondrían que nosotras, como tantos otros cubanos, precisaríamos de la habilidad de los pulidores.

Habilidad por la que desembolsamos de 100 a 200 pesos según el churre.

Los pulidores de cazuelas hacen un arduo trabajo.

Uno de los trabajos que más respeto y consideración genera entre la gente de la Habana Vieja, es el de pulidor de cazuelas. Trabajo que demanda gran concentración y destreza. Estar expuesto al calor y al fuego por satisfacer las necesidades mínimas, nos dice del lastimoso camino que tiene que recorrer el cubano para sobrevivir. También nos habla de la eterna incapacidad del Estado de surtir los mercados con artículos de primera necesidad.

Convencer a mi madre de utilizar los servicios de un pulidor la llevó por un arduo proceso de introspección. Interiorizar que si no hay comida cómo van a venderse cazuelas, no fue muy fácil. Al final, reutilizar es la única opción ante la falta de abastecimiento. 

Dejar ir cualquier atisbo de esperanza y merecimiento. Dar lo mejor de nosotros por el bienestar y aparente confort de la familia, en un intento desesperado de vivir como seres humanos y de paso contribuir desde nuestra precariedad a la subsistencia de otros, es una de las tantas formas de vivir en la Cuba de hoy.

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