Calles de Centro Habana: territorio sitiado por el olvido

HAVANA TIMES – Ayer me encontré en Centro Habana con mi antigua profesora de filosofía. Su rostro denotaba una profunda tribulación. Después de los abrazos me preguntó que si tenía tiempo para conversar y accedí. No fue difícil comprender que necesitaba ser escuchada.
Durante el trayecto hasta el parque de La fraternidad percibí que evadía mirar el entorno y apresuraba el paso. Una vez que nos sentamos dejó fluir sus sentimientos. Cuando se marchó sentí la imperiosa necesidad de escribir sobre su angustia, angustia que comparto y no pude hasta hoy exteriorizar.

Es obvio que no todos pueden escuchar el lamento de una ciudad que ha ido desapareciendo ante nuestros ojos. La mayoría de sus habitantes viven sumidos en sus propios gemidos. Reconocer que muere nos llevaría a cuestionarnos una realidad que no todos están dispuesto a admitir.
¿En qué momento nos convertimos en cómplices silenciosos de su deterioro? ¿Por qué no exigimos a las autoridades pertinentes que asumieran la responsabilidad de proteger nuestro patrimonio arquitectónico para las futuras generaciones? Patrimonio que llega a convertirse en un dolor físico. ¿Será que la desidia y el inmovilismo fue una excusa, será que la muerte de la ciudad es la respuesta para que dejemos de ser?
Que ahora viva fuera de la ciudad y la visite esporádicamente, no me exime del dolor. Caminar por las calles San lázaro, Belascoain y Galiano es como presenciar una zona de guerra. La ciudad de mis recuerdos, la ciudad que amo no existe más. Me pregunto en qué momento dejamos de preservar la memoria, en qué momento nos convertimos en constructores del olvido.

La ciudad no existe más. Su gente otrora alegre y bulliciosa es ahora una sombra gris, una sombra que extiende las manos, que ve partir a sus hijos mientras la ciudad se cae a pedazos y busca entre las ruinas un espacio donde olvidar su antiguo esplendor.