Una semana de vacaciones (la llegada)

Erasmo Calzadilla

Playa Marabu

HAVANA TIMES — Este post es la continuación de otro. Todo empezó cuando unos parientes de Cienfuegos nos reservaron una semana en un campismo de esa provincia.

Ignorantes de lo que nos esperaba dimos una vueltecita por la página web  de la empresa de campismos y fue grande la emoción al leer lo que allí decía:

“El grupo montañoso Guamuhaya, segundo en importancia en el país, es el marco natural que bordea a una de las mejores playas arenosas de la provincia Cienfuegos, donde usted puede disfrutar de las sombras de las uvas caletas, compartir con campesinos de las cercanas comunidades, y rememorar interesantes historias de piratas y tesoros por descubrir.”

Nada mal vendría el tesoro de los piratas pero la promesa de una hermosa playa al pie del Escambray sonaba como para romper la inercia y lanzarse a un viaje interprovincial, así fuese en tren. Las montañas de esa región suelen ser de ensueño, con exuberante vegetación tropical, ríos, cascadas y ollas de aguas cristalinas.

El viaje lo sufrimos contentos por lo que vendría; desolador fue aterrizar en aquel paraje de lomas resecas, animales famélicos y marabú en los 4 puntos cardinales.

La instalación y sus servicios

A todo le saca provecho el hombre y aquí viene ya ocurriendo la simbiosis. En lugar de cerca, el área del campismo está rodeada por un anillo de marabú de impresionante grosor (unos 100 metros) y espléndida vitalidad.

La telaraña impenetrable de sus gajos llega hasta la orilla misma del mar, desplazando a la uva caleta mencionada en el anuncio promocional; con el ritmo invasivo que lleva esa planta ahorita se arresta dentro del mar y le coge el puesto al mangle. Yo digo que en otra invasión como la de Girón no hará falta fusiles para detener al enemigo.

Pero continuemos con el campismo.

Como era de esperar, ninguna inclinación pro-naturaleza se respira en sus instalaciones y servicios; la carretera misma que a él conduce es un cementerio de cangrejos rojos.

Pero pongamos que ello es inevitable; vayamos a lo evitable:

De fondo musical reggaetón a pulso, los mismos temas una y otra vez. Comida insana a base de embutidos y carnes en conserva; nada, pero nada de vegetales, frutas naturales o viandas.

Ninguna excursión programada a las montañas o a parajes naturales interesantes. En cada rincón animalitos sacrificados a la curiosidad de los campistas. Hasta los ponis de alquiler lucían tristes y asiscaos; con el chucho que les dan no es para menos.

No fue para eso que vinimos desde tan lejos así que alistamos las mochilas y tomamos prestos el trillo a las lomas que a lo lejos se avistaban, pero antes de marcharnos rozamos con dos piquetes gays que el azar hizo coincidir esa semana.

Uno de ellos integrado por jóvenes blancos (lo que en Cuba se dice blanco) con pinta de rondar caras discotecas y declarados enemigos de la desfachatez gay.

El otro por muchachas y travestis mestizas, escandalosas, borrachas, “desfachatadas” y de “bajo” mundo; que tenían rabiando al personal y a las familias convencionales.

El tercer piquete gay era el nuestro (me excluyo por el momento), pero los nuestros eran gays ambientalistas y místicos que no se hallaban a gusto y marcharon a las lomas.

A pesar de la extraña confluencia de muchachxs con semejante orientación sexual pesaron más las barreras ecónomo-cogno-culturales. O tal vez fue solo cuestión de tiempo: unos días y los muros hubieran colapsado, presumo.

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Erasmo Calzadilla

Erasmo Calzadilla: Qué difícil me resulta introducirme en público; lo he intentado muchas veces pero no me sale. Soy más menos lo que aparento en mis post, añada algunas cualidades impresentables y revuelva; con eso debería bastar para un primer acercamiento. Si quiere profundizar un poco más pídame una cita y espere respuesta.

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One thought on “Una semana de vacaciones (la llegada)

  • Mijiito, lo de Girón y el marabu no tiene desperdicio. Me he reído tanto con las historias de este campismo. Pero al final, estoy segura que te la pasaste bien.

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