La cursilería es el opio de los pueblos
Erasmo Calzadilla
Lloverán sobre mi los insultos cuando haga público lo que pienso sobre el día de las madres, y todo lo que se forma a su alrededor. Para ese entonces mis oídos se repugnan de poesía barata y mis ojos se aturden con los colores chillones provenientes sobre todo de las flores plásticas.
Voy a decir sin recato lo que creo: la cursilería y el melodrama (así como el fanatismo al deporte, el patriotismo etc.), son expresión de inmadurez y deben ser curados antes de avanzar a otro estadío humano más humano.
La causa de su tremendo fijador entre la gente no creo que esté en los políticos ni en los productores de artículos de consumo, aunque ambos sepan muy bien cómo sacarle el quilo a la guanajería popular, y hagan lo posible porque no desaparezca nunca.
La razón la encontraría más bien en el orden económico-político, y especialmente en la concentración del Capital que mantiene y trata a millones de personas como simples vendedores de mano de obra.
Desde este punto de vista la redistribución de la propiedad y con ella del poder de decisión sobre la propia vida, hará a los hombres necesariamente más listos y se extinguirán por siempre las novelas brasileñas y mexicanas. En Cuba no será diferente.
Pero para que tal distribución ocurra y sea perdurable la gente tiene que quererla, lucharla y mantenerla. No puede ser un regalo de ningún jefe político, que ninguno además va a hacer.
Ahora, para que tal revolución se desee, primero hay que salir de la inmadurez, y nuestro problema se ha convertido así en el del huevo y la gallina. Complicado ¿no?
A mi madre y mi abuela las seguiré queriendo igual o más aunque sean fanáticas rabiosas a las telenovelas. Cada día de las madres trataré de estar con ellas en casa dándoles cariño (no más que el de siempre), portándome bien y comiéndome la papa en su debido horario que eso las pone contenta.
Tal será mi anti cursi regalo y mi modesta contribución al movimiento anti cursi mundial.