Hoy el helado me supo diferente
Erasmo Calzadilla
Hace unos meses comenté en un blog acerca de una invasión de fotos de Fidel y Raúl (de todas las edades menos las infantiles o seniles) que había caido sobre la céntrica heladería Coppelia en el corazón mismo de la ciudad. Cada vez que pasaba por allí salía con disgusto, de ver otra habitación perdida en esta casa casi tomada(*) pero …
¡Sorpresa!, esta semana cuando visité la citada cremería no quedaba ni un ícono
¿Qué habrá pasado? Las fotos de estos tipos suelen ser perennes pues una vez montadas nadie se atreve a quitarlas. ¿Quién habrá tenido tanto valor?
¿Será que los personajes de las fotos habrán comprendido que el culto a la personalidad es perjudicial para el movimiento proletario?
Eso lo dudo, porque en otros muuuuchos sitios del país se erigen más y más imágenes de ellos, con la misma velocidad con que desaparecen las ideas como fundamento de las acciones.
No me explico qué revolución iconoclasta ha ocurrido en Coppelia, pero en esa ocasión el helado me supo muy rico, y me hizo buena digestión. Sirva de ejemplo: las habitaciones tomadas no son irrecuperables.
(*) Esto de casa tomada lo saqué de un cuento de Julio Cortazar, el escritor argentino. En tal cuento alguien relata, medio angustiado y medio conforme, cómo su casa va siendo tomada, habitación por habitación, por algo que nunca se aclara qué es. Al menos es lo que recuerdo.
Oye acere recuerda que los extremos se tocan, siempre que no sea oposición por contrariedad, no olvides lo más importante, más que tomar partido, tomar distancia para comprender el proceso entero. La vista panorámica. un saludo.