Hotel Kansas City

Por Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES – ¿Qué lugar será este?, ¿dónde caramba estaré ahora?

Ese soy yo abriendo los ojos por la mañana, tratando de reconocer el techo y las paredes. Me he mudado tantas veces, y he dado tantas vueltas en este país que ya perdí la cuenta, y la brújula.

Ah ya, hoy estoy en un motelucho de mala muerte, en las afueras de Kansas City.

Suena el teléfono de la habitación, un tipo me habla, y como de costumbre no entiendo ni papa. Cuatro años hace que vine y todavía no puedo sostener una rutinaria conversación en inglés. Y yo que me creía una persona inteligente. Por el acento me imagino que es… un miembro de otra minoría étnica, lo cual le añade al puzzle otro nivel de complejidad.

Say it again, please!

El tipo es buena gente y repite más despacio, pero por gusto, me quedo en las mismas. ¡Qué frustrante!

Pero ya sé lo que hay en el ambiente y aplico la técnica de suponer lo que podrían estar queriéndome decir, y pedir a mi interlocutor una confirmación.

Señor, ¿me está preguntando por el pago del hotel?, ¿todavía mi compañía no se ha comunicado con ustedes?

Yes, Sr., me dice el bondadoso carpetero, los dejamos quedarse una noche más, por consideración, pero hoy deben pagar o irse antes de las 11:00 am. Trate de comunicarse con su empresa y resolver el problema, por favor.

La historia detrás de esta escena:

Ando de rastrero, dando rueda por EE.UU. Agarré la licencia comercial hace pocos meses, pero sin experiencia ni el aval de una escuela formal, nadie me quería contratar.

Así fue como vine a morir a los brazos de una empresa de Segundo Chance (segunda oportunidad). Estas son compañías que aceptan a los “indeseables”: gente con récord de accidentes o antecedentes penales, infelices que han echado de otras partes, personas con problemas de salud e inmigrantes novatos como yo… la escoria que nadie más quiere. Pagan una miseria en comparación con la media en el sector, los camiones no son camiones, sino cacharros, y para rematar son desorganizados y tacaños.

En el fondo del pozo, ahí me encuentro yo, empezando desde abajo una y otra vez, como de costumbre.

Y ya estaba en la carretera, con una estadounidense de instructora, en el primer viaje de mi flamante carrera de camionero, cuando, a punto de llegar al destino, la maquinaria perdió presión en el medio de la nada.

Ahí nos quedamos tres días varados con temperaturas por debajo de -10. Luego llevaron el trasto para un taller y a nosotros nos rentaron una habitación en este motel de cinco estrellas.

A mí no me importa, yo soy feliz bajo una piedra, pero todos los días es una odisea para que la empresa pague nuestra estancia. Y afuera te congelas, literalmente hablando. Irse a la calle con los bultos a ver qué se resuelve en el camino no es una opción ¿Qué hacer, pues? ¿Pasmar el varo de nuestro bolsillo?

Decidimos quedarnos a pepe, encerrados en la habitación porque las llaves electrónicas fueron deshabilitadas (si salíamos ya no podíamos entrar más), con el temor de que viniera la policía a sacarnos, y con la esperanza de que la compañía, en algún momento, se acordara de nuestra existencia.

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Erasmo Calzadilla

Erasmo Calzadilla: Qué difícil me resulta introducirme en público; lo he intentado muchas veces pero no me sale. Soy más menos lo que aparento en mis post, añada algunas cualidades impresentables y revuelva; con eso debería bastar para un primer acercamiento. Si quiere profundizar un poco más pídame una cita y espere respuesta.

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9 thoughts on “Hotel Kansas City

  • ¡Qué bien que podemos seguir de nuevo el rastro tuyo! Y parece que esta vez conduciendo una rastra. Te deseo lo mejor en tu nuevo esfuerzo.

  • ¡Coño! Esas rastras son monstruos come-petróleo, ¡ahora sí nos quedamos en seco y quemando leña!

    ¡Gracias Fidel!

  • Erasmo – Me ha alegrado leer una publicacion suya después de tan largo lapso. Su odisea es digna de Ulises: cruzando mares de ideologías falladas (ambas); batido por tempestades; pero siempre preservando esta voz auténtica que hace reír, y hace reflexionar. Espero el próximo capítulo.

  • Mucha suerte mejor que estar trabajando en una cafeteria de Hialeah

  • Cariño, que fueeerrrrte tu travesía y más con ese frío mortal. Nada, te deseo lo mejor siempre y ya sabes aquí te estamos esperando sial final de ese tunel de luminarias no consigues lo que esperas.

  • jaja, esto parece un capítulo a la inversa de El Resplandor. Pero espero que nos cuentes en qué para la historia, porque no nos gustaría saber que te moriste de hambre dentro de la habitación, o que se te congelaron los dedos en la calle. ¡Echa el cuento completo!

  • Erasmo, tranquilo, ese es el comienzo, siempre es asi para casi todos pues muy pocos llegan a eeuu en un lecho de flores, se aterriza duro hermano y el encontronazo es cabron pero estas un un pais donde no existe el techo y llegas tan alto como puedas volar. Metele el cuerpo y aprende el ingles que puedas con la instructora.

    Eso de los indeseables es para todos, cuando sacas la licencia por primera vez en eeuu ningun seguro sabe cuan bueno eres como conductor por lo que te cobran una barbaridad para dejarte manejar, mas tarde si te portas bien bajaran tus pagos, para mucho tiempo despues cuando seas un viejo cagalitroso decir que eres de alto riesgo y si quieres manejar pues arriba! a pagar un seguro bien alto nuevamente ! ya ves, no eres solo tu.

    suerte, metele el pecho hermano y en cuanto agarres un poco de experiencia aplica en otras companias, seguro que para entonces alguien te toma como chofer. eso si, trata de no tener ningun accidente. Suerte, mucha.

  • Hola Erasmo, la cosa siempre ha sido difícil por allá con los inmigrantes, te metiste en una rama difícil, pero ya saldras adelante, si no es así, prueba con otro empleo donde haya menos frío. Te deseo suerte. El idioma es fundamental, conozco a una muchacha que solo veia peliculas en inglés, y ese era su inglés, llego a Miami y consiguió un trabajo con un dueño de un negocio de fregaderos, ella le llevaba sus cuentas porque se graduo de economia en Cuba. Le va de maravilla. Suerte de algunos.

  • Gracias a todos por comentar, por sus consejos y bonitas palabras. La compañía finalmente pagó el hotel. Pero por otra parte no nos pagó nada durante esa semana que estuvimos parados, por razones ajenas a nuestra voluntad.

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