Ellas y ellos fueron a cumplir una misión

Erasmo Calzadilla

Aunque no fueron demasiado felices, todavía tengo bien fresco el recuerdo mis años de estudiante en la escuela Lenin; Tres vueltas dio la tierra al sol mientras yo vestía uniforme azul con monograma rojo.

Ya desde entonces y quien sabe desde cuando, era usual en la vocacional de la Ciudad de la Habana que se suspendieran repentinamente las actividades docentes y nos montaran a más de 3000 estudiantes en Aspirinas y Leilan rumbo a cualquier lugar donde hiciera falta que se notara mucha gente.

Particularmente a mí me tocó “rellenar” durante los juegos Panamericanos del 91, aunque ya desde entonces no me entusiasmaba demasiado el deporte. Descansar de las clases por un día era entonces como una fiesta, pero hoy veo las cosas diferente.

En la mañana del 20 de septiembre pasado, una larga cola de aspirinas salía de la Lenin rumbo a la avenida de Boyeros; ¿destino final?: el concierto de Juanes.

A c ninguna de los cerca de 5000 persona que estudian o trabajan allí se les preguntó, antes de tomar la decisión, si gustaban o no de ir a dicha actividad, pues no se trataba de recreación, sino de una tarea. Lo mismo les sucedió ese día a los Camilitos, a los Instructores de Arte, a los de la UCI, y a quién sabe a cuántos más.

Lo peor no fue, desde mi punto de vista, someterlos al tórrido sol de las 2.00 de la tarde, ni haberlos obligado a escuchar algo que tal vez no era de su agrado.

Lo peor es la lección que reciben esos chicos, lo peor es cómo se les va acostumbrando a tal modo de no-participación política, lo peor es que se habitúen y lleguen a ver como algo normal ser así utilizados sin chistar para propósitos proselitistas, por gente que no ha contado antes con ellos, y ni siquiera les ha hablado claro de sus propósitos.

Por un lado es magnífica la idea de la educación masiva y gratuita para todos los niños y jóvenes, pero se estaría destruyendo a patadas lo hecho con las manos si tales logros implicaran la renuncia a los derechos de cada uno.

No hay formación posible de valores; no nace la dignidad ni mucho menos el amor propio sin no se enseñanza, primero, el respeto al individuo.

Alguien debería velar en Cuba por que los niños y jóvenes, sobre todo los becados, sometidos a regímenes especiales de disciplina, no fueran tan fácilmente manipulados ni adoctrinados según los intereses y criterios de los políticos en el poder.