Sabiduría milenaria contra prepotencia y egoísmo

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES – El egoísmo capitalista produce una ceguera que es la más grave y peligrosa que existe: la ceguera política.

Hace muchos años estamos viendo cómo, una tras otra, se suceden guerras cuyo principal objetivo es asegurar una hegemonía que garantice en los países agredidos un régimen social capitalista, dispuesto a conceder a las empresas trasnacionales la explotación de sus riquezas, principalmente el petróleo y otros minerales, y un comercio en el que los países dependientes tendrán siempre una enorme desventaja, todo lo cual obstaculiza el desarrollo y condena a los pueblos a la más absoluta pobreza.

Afectados por esa ceguera política, los estados capitalistas desarrollados no ven que se van quedando aislados, porque el mundo va cambiando y cada día resulta más difícil engañar o someter por la fuerza a pueblos dispuestos a defender su soberanía y su dignidad.

En numerosos foros internacionales se ha reclamado reiteradamente un orden económico más justo, pero el sistema capitalista desarrollado, además de ciego, parece ser sordo, pues el orden económico sigue siendo injusto y explotador, sin importarles que millones de personas vivan en la extrema pobreza y en la ignorancia y mueran por falta de atención médica, por falta de dinero para pagarla, pues la salud es una mercancía más. Para los capitalistas, esos son detalles menores, mientras produzcan grandes ganancias a sus empresas.

El país más poderoso militarmente quiere imponer por la fuerza sus intereses y eso hace que cada vez más sea rechazado en todo el mundo y se vaya quedando solo.

Con su inteligencia milenaria, el pueblo chino ha ido desarrollando sostenidamente su economía, sin saquear ni explotar a otros países, y ya está a punto de convertirse en la primera economía mundial, en muchos aspectos ya lo es.

Pero el Gobierno chino no le impone a nadie su sistema económico para hacer negocios, que siempre serán mutuamente ventajosos. Ese es el orden económico más justo que tanto se ha reclamado. La nueva iniciativa china de la Franja y la Ruta de la seda está basada en esos principios y cada vez se unen más países, porque ven en ello la posibilidad de desarrollo que hasta ahora se les ha negado.

El Gobierno de Estados Unidos, en su ceguera egoísta, ha desempolvado la vieja doctrina Monroe de “América para los americanos” y se escandaliza porque China está acometiendo buenos negocios en América Latina, en los que ellos se van quedando rezagados por su ceguera imperial y su prepotencia.

Quieren dominar al mundo y solo se les ocurre imponer sanciones y bloqueos a las naciones cuyos gobiernos no son de su agrado, y se están quedando aislados del mundo. Nadie puede confiar en un país que no cumple los tratados internacionales, si no le parecen ventajosos; que se retiró del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, porque este le exigió lo mismo que al resto de los miembros; que se retiró del acuerdo de París sobre cambio climático; que se retiró del acuerdo nuclear con Irán, que había costado tanto esfuerzo lograrlo; que se cree con derecho a dictar sanciones contra otros, como si fuera un juez o una corte internacional, violando todos los preceptos del Derecho Internacional y de la Carta de la ONU.

Jamás el Gobierno chino ha tomado medidas coercitivas contra ningún país. Por eso puede hacer negocios en todo el mundo, con una óptica justa y equitativa. Por eso pronto será la primera economía mundial, mientras la de Estados Unidos está cada vez más en decadencia y en peligro de caer nuevamente en una crisis que puede ser peor que la del 2008; pero eso ellos no lo ven. La ceguera del egoísmo no les permite verlo.