Nuestro primer mártir

Elio Delgado Legón

Foto: Angel Yu
Foto: Angel Yu

HAVANA TIMES — Hacía sólo un mes que me había incorporado a la guerrilla y no había participado en ninguna acción importante. Sólo los más antiguos y fogueados, que tenían los mejores “hierros”, habían ido a requisar armas y a una emboscada a la patrulla de la guardia rural.

Se acercaba el 3 de noviembre de 1958, día de las elecciones que había convocado la dictadura de Batista, para producir un cambio de gobierno con visos de legalidad, dentro de la llamada democracia representativa.

De la dirección provincial del Movimiento 26 de Julio llegó un mensajero con la orden de sabotear las elecciones: ningún vehículo debía circular por la carretera central ni por el ferrocarril, pues se sabía que el régimen trasladaría tropas desde La Habana hacia las provincias centrales y orientales para garantizar las elecciones y el fraude.

En ese momento ya nuestra guerrilla, que llevaba por nombre Columna Julio Pino, contaba con unos 60 combatientes, pero una parte importante de ellos estaban desarmados o con armas muy precarias y muy poco parque. Yo tenía una escopeta recortada que sólo era efectiva a pocos metros del enemigo, y un revólver calibre 38 con seis balas, que no había tenido oportunidad de probar.

El día 2, al caer la tarde, comenzamos a desplazarnos hacia la carretera central. Ocuparíamos un punto entre el poblado de Manacas y la cervecería Hatuey, donde la carretera y la línea del ferrocarril quedan a unos 300 metros entre sí, por lo que sería más fácil distribuir a los hombres entre las dos vías.

Como a las nueve de la noche cruzamos la carretera central, que estaba desierta. El capitán Julio Chaviano situó una escuadra, al mando del teniente Esmildo Chaviano, a lo largo de un tramo de la carretera, entre los eucaliptos que la bordeaban. La orden era disparar sobre cualquier vehículo que transitara.

El resto de los hombres fueron situados a lo largo de la línea del ferrocarril, por donde se esperaba que pasara un tren de tropas.

Las horas pasaban y nada se movía por ninguna de las dos vías. Sólo los mosquitos hacían sus incursiones y molestaban bastante. Como a las once de la noche sentimos que se acercaba un vehículo a alta velocidad por la carretera y nos preparamos para atacar. Cuando ya estaba a punto de entrar en nuestro campo de fuego, nos percatamos de que era una ambulancia y se dio la orden de no disparar. Sólo un compañero, que no oyó la orden, le disparó un cartuchazo de escopeta, pero por suerte no alcanzó al chofer, que siguió a gran velocidad. Luego, todo quedó tranquilo.

Como una hora más tarde, o tal vez dos, sentimos a lo lejos el ruido característico de un tren que venía de occidente a oriente.

El grupo que estaba distribuido a lo largo de la línea se puso en estado de alerta. La orden era disparar todos al mismo tiempo cuando el tren estuviera pasando y el capitán abriera fuego con su Springfield sobre la locomotora.

Cuando el tren entró en el campo de fuego, el ruido característico de las ruedas sobre los rieles se confundió con el tronar de los disparos de fusiles, escopetas y revólveres.

El tiroteo sólo duró unos minutos, pues el tren iba a gran velocidad, pero algunos soldados ripostaron el ataque. Al terminar la acción, en nuestras filas había un herido grave. A Sabino Hernández Casal (Chambas) una bala le había atravesado el pecho.

Rápidamente, se tomó la decisión de trasladarlo en hombros hasta la casa del enfermero de la cervecería, distante unos dos kilómetros. Había que ir por la orilla de la carretera y hacerlo rápido. Nos íbamos turnando para cargarlo. Cada vez que uno se cansaba, lo pasaba a otro y no paraba la marcha ni un instante.

Al llegar a la casa del enfermero, éste no estaba y hubo que ir a buscarlo a la enfermería de la fábrica. Se acomodó al herido en un banco ancho de madera y yo coloqué su cabeza sobre mis piernas para que estuviera más cómodo, pero ni siquiera se movía.

Cuando el enfermero llegó y lo revisó, la noticia nos estremeció a todos: Chambas estaba muerto.

Sabino Hernández había llegado a nuestra guerrilla hacía poco, pero su carácter afable le había ganado el aprecio de todos. Había contado que vivía en Chambas, en la provincia de Camagüey, donde estaba casado y tenía un hijo recién nacido al que aún no conocía. Para todos nosotros dejó de llamarse Sabino y pasó a ser Chambas.

La decisión fue enterrarlo cuanto antes en un lugar que luego se pudiera identificar fácilmente. Se abrió una fosa al lado de una palmita y allí lo depositamos protegido por unas tablas y un nylon. No había tiempo para más.

Toda esta operación nos llevó el resto de la madrugada, y ya casi de día aún estábamos allí, a menos de 200 metros de la carretera central y sin ninguna manigua en los alrededores que nos protegiera.

Las palabras del capitán Chaviano nos despidieron del querido compañero y a muchos nos sacaron las lágrimas. Era nuestro primer encuentro con la muerte y Chambas, nuestro primer mártir.

Elio Delgado Legon

Elio Delgado Legón: Soy un cubano que ha vivido ya 80 años, que conoce bien la etapa anterior a la Revolución porque la sufrió en carne propia y en la ajena y a quien le duele que se escriban tantas calumnias sobre un gobierno que lucha a brazo partido para darnos una vida mejor, y si no lo ha podido hacer a plenitud es por tantos obstáculos que se le han puesto en el camino.

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18 thoughts on “Nuestro primer mártir

  • Con todo respeto y admiración por los caídos, hay que decir los que perecen en combate, con las amas en las manos y disparando, no son en absoluto mártires, sino héroes de la Patria.

  • Que guerrilleros mas valientes. Disparar a ciegas a todo vehículo que pasara incluyendo autos de civiles sin importar si había personas inocentes, ambulancia, niños. Todo para sabotear unas elecciones. Y lo cuenta como un acto heroico, cuando mas parece un crimen de guerra.

    A pesar de los intentos de sabotear las elecciones y las amenazas de muerte a quien intentara participar como bien cuenta Elio, una nada despreciable parte del pueblo cubano acudio a votar y gano Andrés Rivero Aguero con el 70% de los votos, enfrentandose a otros tres candidatos entre los que se encontraba el ex presidente Ramón Grau San Martin.

    El partido Ortodoxo al que pertenecía Fidel Castro no presentó candidato. El dictador Batista no se presento, dejando sin piso toda la violencia por derrocarlo y dando una oportunidad pacifica para resolver la violencia.

    A pesar de todas las criticas al proceso electoral, esas fueron las ultimas elecciones democráticas de Cuba, pues Fidel Castro incumpliendo sus promesas jamas convoco a nuevas elecciones democráticas y de paso asesino la Constitución de 1940 que juro restablecerla a plenitud (ese era el objetivo de la insurrección armada). Hay que contar la historia completa.

  • Elio;Pena te deberia dar lo que has contado ,tirarle a cualquiera que pasara por la carretera sin saber quienes eran ni la razon por la que transitaban es criminal y del mas despreciable bandolerismo

  • eso se llama en cualquier epoca TERRORISMO, dispararle a todo lo que se mueva, porque no querian que el pueblo expresara lo que sentia, si era fraude el pueblo que los “apoyaba” no iria a las urnas. Pero no, habia que hacerlo por la fuerza, imponiendo el miedo y el terror a todo lo que se moviera, que revolucionarios y valerosos, pa al final imponer el Cuba la mierda que llevan revolviendo por 5 decadas.

  • Leyendo la anécdota Elio me doy cuenta que la historia de Cuba hay que rescribirla especialmente del año 1952 hasta nuestros días. Demasiadas atrocidades, pactos y engaños ocultos. Esta orden de asesinar a todo civil que intentara participar en las elecciones de 1958 esta al nivel de los terroristas del Estado Islámico. No se si Elio Delgado esta consciente de lo serio de esta confesion.

  • Mira tú, que después de tanto baño de patrioterismo, resulta un vulgar bandolero y posible asesino.

  • Siempre no digo que Elio nos enseña?.

    Sigue Elio diciendo por esa boca, para que el señor que dice que “lo que yo he oído y lo que me han dicho” son mentiras vea, Que Son Verdad.

    Elio nos demuestra la clase de arrogancia de poder con la que hicieron Revolucion, hoy conocemos que a esos actos se llama terrorismo.

  • Cuanta valentia la de estos personajuchos. Amenazas y tiros para evitar una supuesta farsa electoral para despues hacer algo mucho peor.

    Pero en fin, sigan publicandole cualquier cosa a este “señor”. Por lo menos en su tonta arrogancia se va descubriendo el solito.

  • Ahora todo tiene sentido.

    Los juicios sumarios, las guerritas en África, que fusilaran a sus propios compinches, que le roben a la gente, que recogieran a las profugas gringas y que ahora se las tiren a los perros…

    Todo se explica. Hemos estado sometidos por una banda de maleantes bien armados.

  • Ello y porque a mi padre que solo disparo a las tropas del gobierno que apoyas en el Escambray ustedes lo llaman bandido ?

  • Pues a mí me parece compatible con el hundimiento del 13 de Marzo.

  • Señor Elio:

    Por esta vez usted merece una felicitación por haber aportado este valioso artículo a este foro. Creo que tiene gran valor histórico al ilustrar, directamente de la boca de uno de los participantes, la catadura terrorista de la banda que al final logró engañar al pueblo e imponer el totalitarismo por mas de medio siglo. Gracias una vez más, ese artículo debiera ser publicado e muchos otros sitios, para educar al pueblo.

  • Como testimonio contra crimenes no tiene precio, yo ya lo pase a facebook

  • Así se hace y tendrán que rendir cuentas, como el que se presto a darle electroshocks a los que metían en Mazorra, como todos esos a quienes se les tienen las fotos dándole golpes a los que disientes, ninguno escapara a la justicia, como se les ha hecho a los abusadores en dictaduras como la de Pinochet.

    EDUARDO!!!! “ESTO”, Ya lo había oido, ya me lo habían dicho, para que veas que no hay que tener internet ni leer periódicos para que uno se entere de las cosas, este señor deja claro con sus testimonios la clase de cuatreros que invadieron el país. Mi padre tenía razón, no había momento en que no los describiera como bandoleros. Verguenza y mucha cobardía la de uds.

  • EDUARDO se esconde ante este tipo de post tan elocuentes de la catadura moral de estos personajes que se autotitulan patriotas, pero que en realidad están mas cerca de ser sicarios mafiosos o los camisas negras fascistas.

  • Elio, ¿realmente usted esta de parte de los “fidelistas comunistas en salsa tropical”? Porque con este articulo tan bien escrito lo que asumo es que realmente lo que ha querido es descubrir como verdaderamente actuan los “robolucionarios”.
    Gracias por entregarnos un capitulo mas de la barbarie.

  • Es verdad que Batista no se presentó, pero ni falta que hacía, si tenía a Rivero Agüero, su primer ministro, como candidato favorito. Y ganó…

  • Elio:

    Para serle honesto, no le veo sentido práctico a esa emboscada en que Ud. participó. Una buena parte de las urnas, las boletas y personal vinculado a los comicios se trasladó por vía aérea hacia Oriente y otras provincias, por lo que no habrían bastado las armas de su grupo para detener el proceso.

    Entiendo que este tema tiene muchas ramificaciones y requiere de un análisis que no cabe cabe en un post, mucho menos en una anécdota, pero sería muy aconsejable retomarlo, porque es parte de nuestra historia, todavía llena de capítulos oscuros o a medio aclarar.

    Además, a las elecciones del 58 no basta con juzgarlas por el momento preciso en que ocurrieron, sino por la impronta de más largo plazo que dejaron para el medio millón de cubanos que votaron en ellas.

    Seguramente Ud. recordará que durante toda la década del 60, todo aquel que aspiraba a algún empleo de cierta importancia, o a la militancia del PCC, debía declarar en planillas de datos personales si había participado en dichas elecciones. Los que respondían de modo afirmativo debían someterse a un escrutinio más riguoso para lavar el “pecado” y les resultaba el doble de difícil salir airosos.

    Por último, concuerdo con el comentario inicial: los mártires no caen en acciones de combate. Esa clasificación responde a los que mueren torturados por sus creencias políticas.

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