¿Hacia dónde va nuestro mundo?

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — Desde hace varias décadas, los científicos y hombres de pensamiento claro vienen alertando sobre las consecuencias del cambio climático que se nos viene encima, y la necesidad de tomar medidas para evitar que el calentamiento global alcance los dos grados centígrados de aumento, lo que produciría una catástrofe de enormes proporciones.

Para nadie es un secreto que la causa principal y posiblemente única del calentamiento de la atmósfera es el desarrollo industrial, con la consiguiente quema de combustibles fósiles, sin que se tomen medidas efectivas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, las que ocasionarían gastos adicionales y aumento del costo de producción, lo que lógicamente encuentra resistencia en los empresarios capitalistas, aunque a largo plazo los beneficios serían mayores que los costos.

La Organización de las Naciones Unidas, preocupada por el peligro real que se cierne sobre el mundo, ha convocado a varias reuniones cumbres con el objetivo de obtener compromisos de reducción de la contaminación. Así se logró en el año 1997 la adopción del protocolo de Kioto, que entraría en vigor en 2005 y tiene vigencia hasta el 2020, aunque de poco ha servido.

En el año 2015, otra cumbre se celebró en París, Francia, y en ella se llegó a acuerdos, que si bien no era todo lo que se quería y se podía esperar, era un pequeño paso de avance en el largo camino que debe recorrerse para salvar a la humanidad.

En los Acuerdos de París, todos los países industrializados, incluyendo Estados Unidos, que es el segundo más contaminador del planeta, se comprometieron a tomar medidas específicas para disminuir la emisión de los gases contaminantes. Indudablemente, todos los líderes sensatos del mundo comienzan a preocuparse y aceptan que existe la necesidad de actuar en ese sentido.

Inexplicablemente, el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que tomó posesión de su cargo el pasado 20 de enero, ha declarado que se retira de los acuerdos de París y está tomando medidas que van en la dirección contraria, autorizando el uso del carbón como combustible industrial, el más perjudicial de todos, la continuación de la extracción de petróleo mediante el “fracking”, con la consiguiente contaminación de las aguas subterráneas, por solo citar dos de las más peligrosas.

Como si todo esto fuera poco, las maniobras militares provocativas en la península coreana han puesto al mundo al borde de una guerra nuclear, que podría acabar con la existencia humana en el planeta. Más recientemente, la Cuarta Flota realiza maniobras en Barbados, muy cerca de las aguas territoriales de Venezuela, lo que podría interpretarse como una amenaza a la integridad territorial de ese país y un foco de tensión en nuestro continente.

Por otra parte, cuando parecía que los gastos militares en el mundo iban a seguir disminuyendo, en la propuesta de presupuesto de Estados Unidos para el período fiscal 2017-2018, a pesar del enorme déficit presupuestario, que ya se ha hecho crónico, se plantea un incremento de 54 mil millones de dólares en gastos militares, lo que supone una reducción de otros gastos, incluyendo los sociales.

Los más optimistas esperan que ese presupuesto enfrente fuerte oposición en el Congreso. Por suerte, todavía quedan personas sensatas en el país militarmente más poderoso del mundo, y algunas de ellas son miembros de su congreso y de otros estamentos del sistema, de lo contrario no se sabe hacia dónde iría nuestro mundo.