Mi encuentro con El Comandante
Por Eduardo N. Cordoví Hernández
HAVANA TIMES – Quizás, cuando, usted, lea este título le parezca falto de información, pero en la época en que vivo ¡y viviendo en Cuba! cuando uno dice: El comandante, todo el mundo sabe de quién se trata. Es como cuando yo era niño y oía hablar sobre El general, yo no podía comprender, cómo todos sabían de quien se hablaba. Antes del triunfo de la revolución cubana, El general era el entonces presidente Fulgencio Batista. Quizás por eso, comenzó a decírsele, El comandante, a Fidel Castro.
Es, también, como en la novela, Harry Potter, cuando se habla de, Quien ya usted sabe, pero en otro sentido. No es que se tema mencionar un nombre, sino que es tan archiconocido que no necesita explicaciones… ¡O como, en Matemáticas con los axiomas! Son tan evidentes y claros, que no necesitan demostración. Y ¡la Literatura es algo grande! Ahora mismo estoy recordando la novela, El gran Burundú Burundá, ha muerto, del muy célebre colombiano, Jorge Zalamea.
Basta, media vez, que uno se convierta en figura pública; y ya todos se creen con autoridad para ponerle motes, apodos y nombretes. Por ejemplo: a Fulgencio Batista, sus seguidores le llamaban, también, El hombre, con lo cual demostraban una simpatía particular. Que expresaba una incondicionalidad de servicio ilimitada. Sin embargo, algunos detractores le llamaban El indio. Intentaban resaltar su cercanía a la raza negra, La sociedad cubana, a finales de los años cincuenta del siglo XX, era de un marcado racismo. Aunque nunca tanto como el de los Estados Unidos, pues, siendo mulato llegó a presidente de la república. Sin embargo, aun siendo presidente, no lo dejaron entrar en ciertas actividades privadas de asociaciones para blancos.
También Fidel tuvo sobrenombres. Ya desde muy temprano se le comenzó a decir El caballo, como símbolo de fuerza. Hasta de elegancia, pues era un hombre bastante alto y amante de deportes. También las personas que le mostraban incondicionalidad se referían a él como, El Fifo. A mí siempre me sonó raro eso de Fifo. No me sonaba serio. Pero las personas lo decían con marcado respeto, no con familiaridad. Pensé fuera un chiqueo del nombre Fidel. Tal como se le dice Willy a quien su nombre es Guillermo. Y hasta hice un comentario con un vecino. Yo sabía que era del aparato. Ser del aparato es pertenecer a la seguridad del estado o ser un agente de la inteligencia militar, en fin, de la policía secreta. El vecino me miró como si yo fuera un extraterrestre. Subió y bajó los hombros muy rápido y afirmando en un solo sí con la cabeza, me dijo, como si fuera algo muy importante: Es el Fiurer ¡Chico! Pero eso no se puede decir.
Pues bien, cuando me encontré con El comandante –Quien ya usted sabe– fue de lejos se celebraba un Primero de Mayo en La Plaza. (La cual, primero, se conoció como Cívica y ahora, de La Revolución).
Gracias por el artículo. Como siempre, interesante y agudo.
Esperamos seguir leyendo tus notas.
Saludos desde California.
Gusto en saludarte, Mercy.