La realidad ilusoria
Por Eduardo N. Cordoví Hernández
HAVANA TIMES – Hará pocos años me encontré con Alfonso, compañero de estudios. Todavía no había, como ahora, tantas incursiones de coqueteo con el capitalismo de Estado. Ya graduados de técnicos de construcción trabajamos en la misma empresa, hasta que me fui de allí, aunque permanecía en el sector constructivo.
Conversamos de diversas cuestiones de la dinámica de la vida. De algunos que se habían ido del país y de las razones por las que mucha gente se va de Cuba, a lo cual, no tuve otro remedio que filosofar. Pude rascarme la cabeza o dar palmaditas, pero me puse a filosofar. Me gusta más.
Le dije que se habían ido del país porque preferían el capitalismo (él estuvo de acuerdo). Después dije que era tonto irse del país para eso; entonces, comenzó la cosa.
–Pero ¡¿cómo?! –dijo– si aquí lo único que tenemos es socialismo.
Le dije que este mundo era una ilusión. (Él abrió los ojos).
–¿Quieres decir que el socialismo de Cuba es falso?
–No sé. Se trata de este mundo, lo mismo da en Cuba que en Miami: la realidad es falsa. ¡Al menos lo que llamamos realidad!
– No entiendo.
– Todo es mentira. Es falso todo lo que ves. La verdad es otra cosa.
– No lo creo. ¡Pruébalo!
– Por ejemplo, tú vives en un mundo. Yo, en otro.
–¡Bah!
– ¡Sí! Tú vives en el socialismo y yo en el capitalismo. Los otros, para eso, tuvieron que irse. Ahora están allá, añorando estar aquí, y yo estoy aquí viviendo con una estructura económica como la de ellos. La diferencia es que ellos o están en el mundo de aquí o en el de allá. Pero yo vivo en los dos a la vez.
–¿Cómo que vives en los dos?
– Sí. Dejé mi trabajo. Ahora vivo por mi cuenta, soy artesano. Soy mi empresa, mi jefe. Mis relaciones de producción son capitalistas.
– ¡A ver si entendí! El hecho de haberte ido, sin haberte ido ¿significa que prefieres el capitalismo?
– De ser así, me hubiera ido de veras; pero estoy aquí. Es el punto medio, no los extremos. Por eso estoy en los dos a la vez.
– Bien, acepto que, de cierta forma, muy sutil, tienes razón. Pero ¿cómo pruebas que el mundo es irreal?
– Un día fui a visitar una de las obras donde trabajaba. Había problemas con una escalera que yo había proyectado. Los carpinteros, no eran carpinteros, pues no sabían replantear la escalera ¡Ya eso es una prueba de la falsedad del mundo en que vivimos! Me quité la camisa y me sentí realizado al enseñarles cómo se hace. De veras me sentí importante, sentí que realmente me ganaba el dinero que siempre cobraba por dar vueltas, conversar y repetir disposiciones típicas, clásicas, esquemáticas. Al otro día, fui a ver la escalera ya hormigonada. ¿Qué crees que vi? Nada menos que: ¡otra escalera! ¿Qué pasó aquí? Pregunté. Pues, vino el director de la empresa o el jefe –no sé de qué–, el asunto es que le gustó más la escalera por otro sitio. Días más tarde, vinieron a verme a la oficina para que hiciera un anexo, para solicitar más materiales. No alcanzaban con los ya enviados según mi proyecto inicial. Me negué y casi me matan: ¡Usted es el técnico de esa obra y no puede desatenderla…!
¿Qué te parece? Para eso ¡sí! era el técnico de la obra. Los jefes pueden violar mi proyecto y encarecer el presupuesto de la obra y pueden en plena obra alterar las ejecuciones que como técnico oriento. La realidad es que el técnico es otro, no yo. Yo soy una figura decorativa, un ser irreal, quien cobra un sueldo por no hacer nada, todo un bluff, un cuento chino… No es la vida real, es una película cómica.
– Pero pudiste imponer tu jerarquía, tu responsabilidad. Eso de pedir la baja fue cobarde, eludir la verdad, no afrontaste tu realidad…
– Todo lo que quieras… pero mi realidad como técnico no existía. El verdadero afrontamiento de «lo que no es, es no ser», y me fui, para «no ser» de veras. Júzgame y condéname. Este mundo es macabro porque no existe, se basa en lo que no es, se basa «en lo que algunos creen que debe ser». No se trata de sistemas sociales, se trata del mundo. En Miami y en cualquier parte es igual, con sus naturales diferencias. Ahora mi realidad es: tanto produzco tanto gano. Mi trabajo tiene una realidad que palpo, elaboro objetos que están ahí y, aunque gane menos, soy real y tengo más tiempo libre.
–¡Pero tenías tiempo suficiente y ganabas más! Fuiste tonto al dejar tu trabajo, podías aprovechar.
– ¿Hacerme cómplice del juego de los carpinteros que no son carpinteros, de técnicos cobrando sin trabajar, de directores que son técnicos, presupuestistas y todo a la vez?
– Eres cómplice también, sin tratar de cambiarlo.
– Esa película es Tarzán contra el mundo ¿no? Quieres que el engranaje diabólico me devore. Este mundo siempre será así. Lee Historia. Sólo podemos intentar comprenderlo, salir del juego y disfrutar el espectáculo.
– Creo es una actitud pasiva.
– Yo diría equilibrada.
–Y yo que reposada.
– Es lenta pero no inmóvil. Para ti movimiento es ¡la gran velocidad! Recuerda, no ves crecer los árboles, y «sin embargo, se mueven». Y eso quiere decir muchas cosas.
Es cierto que el sistema en Cuba no es socialista, pero tampoco es capitalista, es un Frankenstein que tiene lo peor del socialismo y lo peor del capitalismo.
Muy interesante tu artículo que siento es una crónica de algo que viviste. La vida real puede no serlo, aquí pruebas que puede haber varias realidades en una. El sistema mismo se deconstruye. Y casi nunca funciona una idea nueva que rompa el mal orden. Gracias por tu filosofía. Para vivir en este antisistema hay que crear un sistema propio.