Cuba de mi niñez y algunos cambios

Por Eduardo N. Cordoví Hernández

HAVANA TIMES – Apenas aprendí a leer comencé a consumir Comics. Aquellas revistas que, en Cuba, llamábamos muñequitos.

Ir con mi madre a la farmacia era una fiesta. Allí los vendían nuevos a cincuenta centavos.

Tenían aquel olorcillo a tinta… Ella compraba Selecciones del Readers Digest. Olían mejor, pero yo prefería las historietas, por los dibujos y colores y las cubiertas cromadas.

¡Era increíble la variedad de personajes! La serie del Pato Donald y su novia Daisy, su primo Pánfilo, el inventor;su tío millonario Rico Mac Pato, y sus tres sobrinos Hugo, Paco y Luis. Las historietas del Gato Félix, de Silvestre y Piolín, de Andy Panda, las del Ratón Micky, su novia Minniey su perro Pluto. Resulta curioso en la pandilla de Mickey, que Tribilín, también perro, caminara en dos patas, hablara y se vistiera como persona, mientras Pluto sólo ladraba. Otras figuras fueron: Élmer Gruñón, el Conejo Bugs, Súper Ratón, Las Hurracas, el Pájaro Loco. Porky y sus Amigos, Tom y Jerry, La Pequeña Lulú, el gordito Toby, Archy y sus Amigos. El Fantasma Gasparín

Ya leídos, no me interesaban; y los cambiaba por otros dos, a veces, por tres, aunque fueran viejos.

Así, descubrí otros géneros. Los de cowboys: El Llanero Solitario, Red Rider, Roy Roger, Cisco Kid, Hoppalong Cassidy, Flecha Verde y Veloz… Los de Tarzán, de El Fantasma. Los Halcones Negros, serie de aventuras de aviadores, más tarde llamados, no sé por qué, Los Halcones de Oro, con los mismos nombres y el mismo compinche chino. Frente de Guerra, Comandos en Acción.  De terror: Cuentos del Gato Negro, Cuentos de Horror y Misterio. De aventuras: La Máscara Roja, Dick Tracy, Batman y Robin, Supermán, Marvila, Aquamán. Aventuras de la policía Montada de Canadá…

Después, encontré otros más interesantes: Vidas Ilustres, Vidas Ejemplares y Leyendas de América.

Comenzaron a escasear. Desaparecieron los nuevos. Encarecieron los viejos. Llegué a comprar a cinco pesos los sin portadas, faltándoles hojas. Luego a diez…

Cuando tuve hijos surgió una variante. Sólo una: Zunzún. La portada era lo único en colores, pero sin brillo. Además, siempre fue demasiado pedagógica, demasiado informativa… Difícil de conseguir. Más tarde, apareció la revista Pionero, igual escasa y desteñida.

Vi televisión, por primera vez, en 1956. Mi madre me llevaba los domingos a ver un programa nocturno para niños: Disneylandia, en casa de unos vecinos. En blanco y negro. No recuerdo algo más… no sé cómo decir… ¡Maravilloso!

En 1957 salimos de la finca.

El dueño, un tal Papo, hijo de Fulgencio Batista, el presidente de la república, la vendió. Quienes arrendaban parcelas, como el dueño de la lechería, desactivaron sus negocios.

Nos mudamos cerca.

Mis padres alquilaron un apartamento pequeño del edificio de cuatro, construido en el patio de Carmen, la dueña. Ella no admitía niños, animales ni alquilaba a negros.

Fuimos excepción. Era una vieja huraña. Pero su hijo, unos diez o doce años mayor que yo, me invitaba a ver la televisión.

Allí descubrí los seriales –¡Con actores! – de Hoppalong Cassidy, Roy Rogers, Bat Masterson, Supermán. Otros como, Tucstown Arizona, La Ley del Revólver, Patrulla de Caminos, Brigada Ocho, Los Lanceros de Bengala, Tres de Caballería, Botas y Espuelas, el perro Rin Tin Tín y el Cabo Rosty, la perra Lassie, el caballo Furia, Investigación Submarina. También, Perry Mason, Mike Malone, Flash Gordon, Dick Tracy… ¡Sin contar las películas!

Y conocí el cine. 

Mi madre, me llevó al del barrio, el Lawton. vimos un filme de Tarzán. Me asusté y no lo terminamos.

El lugar, hoy sesenta y siete años después…está en ruinas. Ha sido almacén de mil cosas, mientras ocurría el deterioro. Así pasó con cines-teatro como el Tosca, donde venían afamados artistas. Se destruyeron lentamente el Victoria, el Moderno, el Norma, el Dora, el Apolo, el Luyanó, el Continental… Están cerrados en La Habana: el Bayamo, el Fénix, el Actualidades, el Rialto, el Jigüe, el Gran Cinema, el Reina, el Cuatro Caminos, el Capitolio, el Pionero, los Rex Cinema y Dúplex, y los que faltan son más.

Terminando el año 1959, ya iba solo o con algunos amigos a los cines del barrio. La entrada costaba sólo cuarenta centavos y daban el programa semanal impreso. Ponían dos películas y avances de la semana. La programación cambiaba a diario. También, documentales cortos, dibujos animados y el Noticiero ICAIC Latinoamericano.

Pocos cines tenían cafetería, pero podías salir y comprar galleticas, maní garapiñado o palomitas de maíz y regresar a tu luneta mostrando la mitad de la papeleta de entrada.

Después, el cine costó un peso. Proyectaban lo mismo toda la semana, sin impreso y sin cafetería dentro del cine. Si salías a comer algo, pagabas de nuevo.

Hoy cuesta más en peores condiciones: o no funciona el aire acondicionado, o quitan la electricidad, no están limpios los baños, o las butacas están rotas.

Hace unos años, durante la alocución de un funcionario del Nuevo Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, dijo que en Cuba había 207 salas de cines. Busqué periódicos viejos y pude contar que ¡Sólo! en la provincia de La Habana, hubo 320, hasta los años setenta. Este comisionado informaba, con orgullo, que quedaran 207 en el país.

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Eduardo N. Cordovi

Nací y vivo en Lawton, La Habana, el 29 de octubre de 1950. Ceramista, pintor y tallas en madera. He publicado en diarios y revistas del país y en la revista peruana de circulación continental Menú Journal. La Editorial Oriente publicó en 1989 mi libro, Bebidas notables, publicado también por loslibrosdigitales.com junto con mi novela Conspiración en La Habana.

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3 thoughts on “Cuba de mi niñez y algunos cambios

  • En general en todo el mundo hay menos salas de cine porque ya casi todo el mundo tiene un televisor, y ahora hay plataformas para ver películas y series online. El caso de Cuba las causas son otras, la desidía de un gobierno y sistema fracasado. No obstante, el cine sigue manteniendo su magia, la pantalla grande y el buen sonido se agradece, pero cada vez son menos y van menos jóvenes.

  • Un relato súper interesante.

  • Una interesante historia bien narrada por este autor, que nos adentra en una Cuba anterior, más próspera, con un halo de nostalgia que nos sumerge en el pasado. He visto muchos de esos cómics hechos películas, las sagas de Batman y Dick Tracy, Spiderman, que superan a los súper héroes más actuales, que están llenos de efectos especial y menos humanidad. Los cines cubanos casi no existen, las pocas salas que quedan siempre con 4 gatos de espectadores. La gente ya no va al cine. Los cines del proyecto 23 han quedado para programación infantil, circo, y humoristas. Es una Habana triste.

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