A esconderse, que ahí viene la basura

Por Eduardo N. Cordoví Hernández

HAVANA TIMES – El alegre estribillo de aquel chachachá, La basura –tan popular en Cuba a finales de los años cincuenta y principio de los sesenta del siglo XX, obra del compositor cubano-mexicano Jorge Zamora, conocido como Zamorita, y que hiciera furor también en tierra mexicana, en la voz del cantante y actor humorístico Germán Valdez, conocido también como Tin-Tan, Tintán o algo así–, hacía referencia a huir del basurero que venía anunciando con su campana, que se llevaba lo que no sirve:

Cuando siento la campana por allá

Con el ritmo del sabroso chachachá

Ya se acerca el basurero

A llevarse lo que no sirve pa´ná…

Y el cantor nos conmina, con jocosidad, a escondernos todos, para que el basurero no nos lleve; y se entiende que se refiere a quien recoge la basura. En Cuba usamos basurero y basural indistintamente, ambas palabras como sinónimos, entendiendo la voz basurero como persona, según el contexto del parlamento en que se expresa.

El punto trágico es cuando uno piensa en esconderse no del basurero-funcionario, sino del basural, y en cerrar las puertas y ventanas, para evitar que entre el desagradable olor; prolongación invisible de su proximidad.

El basurero es como un lento (aunque no tanto) organismo siniestro que ves crecer día a día en las tres dimensiones, en vivo y a todo color. Pero que ¡Además! no te queda otro remedio que alimentar, como si fuera una mascota necesaria. He ahí cómo, la dramática ironía, conquista connotación epopéyica y trascendencia perniciosa.

No necesitas ver un filme de horror en horario nocturno; para, de forma deportiva, elevar un tantillo tus niveles de adrenalina y/o cortisol en sangre. Salir a buscar el pan o de paso hacia la ida o venida del trabajo y pasar junto al basurero de proporciones mastodónticas puede, sin que uno sea demasiado imaginativo, hacernos sentir miedo del que se siente, cómo se diría en términos leguleyos: «por justa causa».

Claro que también, hay que verlo con una óptica menos autodestructiva porque, de ser así, terminaría destruyéndonos más rápido, y realmente uno no tiene por qué apurarse con lo que resulta ¿irremediable?

Por ejemplo, hace pocos días vi el cadáver de una rata que, dicho sea de paso, creo que le faltaban unos tres o cuatro milímetros para alcanzar el tamaño de un tiranosaurio rex. El caso es que estaba allí toda espiritualmente ausente, al pie de la montaña de desperdicios domésticos y hasta parecería algo sublime, si fuera en un atardecer dorado con una melodía dulce de fondo y un solo de trompeta, estilo Ennio Morriconi…

Días después en otra locación lejana, de nuevo la escena recurrente me hizo tomar conciencia del caso y hasta pensé que la basura estuviera contaminada o que las ratas estuvieran suicidándose en masa. No sé, hace unos años en Inglaterra hubo una epidemia de vacas locas, quizás aquí pudiera estar pasando algo parecido, pero no.

No, porque más tarde vi que un grupo de chicos estaban tirando piedras a un basurero con un fervor y un ánimo, como si todos hubieran desayunado con bistec de palomilla a la plancha; pero, como era demasiado creer eso, al llegar les pregunté, cuál era el punto y me dijeron que estaban matando ratas. Dígame, usted.

Ya dijo el refrán que, Dios aprieta, pero no ahoga; los centros deportivos para el recreo distan, el transporte está malo, los propios centros están descuidados, prácticamente en ruinas, al menos en los barrios; las calles están llenas de baches y salideros, lo cual imposibilita usarlas con suficiencia para un partidito de fútbol o jugar al taco, que es una forma de béisbol llevado a su mínima expresión con palos de escoba como bates y un taco del mismo palo como pelota.

Pero ¡Vea como Dios provee! ahí están las ratas, para recrear los tiempos de caza y ¿quién sabe? La imaginación hace milagros y la oportunidad la pintan calva… Dice el verso.

Lea más del diario de Eduardo N. Cordoví Hernández

2 thoughts on “A esconderse, que ahí viene la basura

  • Es cómico y trágico este diario del escritor Cordovi, que narra de manera muy suya la desgracia que nos rodea. Pobre rata, muerta a manos de los niños, que han perdido su inocencia y bondad en esta selva cubana. Me rio pero reflexiono, y pienso en otro país más sano, con la basura más envuelta.

  • La vida siempre seguirá su curso. En momentos así el entretenimiento se convierte en cualquier cosa. Contar los carros, patear una piedra hasta que se vuelva redonda, cazar ratas.
    Al final de cuenta son personas viviendo la vida del modo en el que se puede. Las líricas son también forma de sobrevivir ante esta cruel realidad.

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