¿Sirven para algo los Códigos de Ética?
Dmitri Prieto
HAVANA TIMES — Veo en las noticias de TV que el Presidente de Francia y la Canciller Federal Alemana están discutiendo la posibilidad de firmar un código de ética.
Parece que trata sobre cómo deben portarse los gobiernos para no espiarse unos a otros.
Bueno. Como los gobiernos esencialmente espían a tod@s, sería como crear una corporación éticamente inmune al espionaje dentro de ella… muy atractiva la idea, sobre todo para alguien “de a pie” (estoy ironizando)… pero, ¿sería posible?
¿Alguien podrá evitar que no haya espionaje de un gobierno a otro, acaso?
¿Lo puede hacer un Código de Ética?
En general, ¿son útiles tales códigos?
Ese tipo de documento se ha puesto de moda (también en Cuba) para intentar regular por vía “moral” las conductas de determinadas/os funcionarias/os, cuadros, o integrantes de una profesión u organización.
De hecho, lo promueven tanto el gobierno cubano que se declara socialista, como otros que para nada, como las grandes corporaciones [que no tienen por qué, pues todo el mundo lo sabe, declararse] capitalistas.
Hablando de capitalismo y socialismo, la proliferación actual de los Códigos de Ética me recordó cierto antecedente probablemente poco conocido o poco mencionado hoy, pero al que deberíamos prestar cierta atención. Sobre eso, en el próximo post.
La Ética se estudia cada vez más como una especie de disciplina aplicada, más allá de la Filosofía o las carreras de Humanidades.
Se piensa que es útil para regular la vida de las empresas y de los gobiernos, ya que parece que resulta claro que la Ley jurídica por sí misma no logra calibrar la mente de las personas, sino en todo caso sólo asustarlas con duras sanciones, o bien crear complicados mecanismos burocráticos como aquél que hace que a toda persona que piensa viajar a EE.UU. se le pregunte seriamente si desea ir a ese país para involucrarse en terrorismo, o prostitución, u otras actividades similares.
Entonces viene la Ética, y pretende meterse dentro de los cerebros… No tengo nada en contra de la Ética, pero dudo de su eficacia cuando toma la forma de un código escrito.
Imagino, por ejemplo, un Código de Ética para operadores de drones, un Código de Ética para Jefes de Brigadas de Respuesta Rápida, un Código de Ética para buldozeristas israelíes que demuelen hogares palestinos, o para directores de Campos de Trabajo en Corea del Norte.
En todo caso, el que la “Ética” necesite de un “Código” escrito me parece una clara muestra de la disfuncionalidad social.
En un país donde «hombres» se dejan azuzar por el gobierno, y son capaces de atropellar y hasta golpear impunemente a mujeres en la vía pública, y no hay hombres que les aslgan al paso, al menos por decencia, y/o hasta por machismo (El que le levanta la mano a una mujer no es hombre), con código de ética o sin el, la cosa está mas que bien jodida, y la sociedad profundamente enferma.
Buen punto Dmitri. Desde el momento en que se ve necesario crear un código de ética, se esta aceptando que, «no hay ética» , de lo contrario, no seria necesario el Código.
A pesar de todo los códigos de ética sí sirven para algo. No es lo mismo espiar cuando no se ha firmado ningún compromiso, que hacerlo cuando se ha firmado un compromiso de no espiar.
Personalmente pienso que entre los países de la Unión Europea deberían de firmar un código de ética que evite que unos países espíen conversaciones privadas de presidentes de otros países. A fin de cuenta se han firmado cosas más complicadas, como el compromiso de acatar las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, un tribunal que acaba de dictar una sentencia muy polémica obligando a que se liberen en España un buen número de terroristas, violadores y asesinos encarcelados.
Dimitri:
¡Juégasela al canelo que de algo sirven! Lo más positivo de la ética es que puede situarse por encima de política e idelogía, lo que la debe hacer aceptable a todos. ¡Y qué falta nos hace!
Isidro, he oído esa expresión antes, «Juegatela al canelo». ¿Que quiere decir?
Jaja…Tony, esa es una frase del tiempo de mi abuelo, que según tengo entendido surgió en las vallas de gallos. Parece que había un gallo campeón de color canela al que muchos le apostaban. Si se jugaban la plata a ese gallito, tenían victoria segura. De ahí que cuando uno quiere decir que algo es indiscutible, puede sacar a colación el dicho. Curiosamente, no fue a nadie de la familia a quien se la escuché por primera vez, sino al doctor Herminio Portell Vilá, cuyos comentarios no me perdía, a pesar de no coincidir con su postura política, pero admiraba su buen decir y sus disertaciones tan cultas como salpicadas de cubanismos.
Gracias Isidro, muy instructiva la explicación.