Samuráis a la cubana
Dmitri Prieto
Por estos días los guajiros dicen que no va a haber mangos este año, pues las lluvias empezaron temprano y desbaratarán las frágiles flores de los árboles que dan el mango.
Muchas personas van de ajetreo por las calles de La Habana sin pensar mucho en los meses de verano, que es cuando en Cuba se dan esos frutos, pues hay que resolver las necesidades de hoy.
Hasta la televisión ha sacado comentarios sobre lo desabastecido que están los mercados de la comida. La gente va y viene, en horario de trabajo o los fines de semana, buscando en la escasez cotidiana las fuentes de su diaria subsistencia. “En la lucha,” como decía yo mismo en un post anterior.
Como llueve frecuentemente, la gente andan con sus paraguas. Los pueden necesitar de un momento a otro: como todo cubano sabe en Cuba lo mismo hay sol y cielo despejado toda la mañana que imprevisiblemente se pone gris el cielo y en menos de tres minutos está cayendo un aguacero torrencial. Hay que estar preparado por tanto, y bien equipado.
Pues la gente van por La Habana con sus paraguas, y me sorprende que casi siempre los llevan perpendicular a sus cuerpos. Es decir, paralelos al horizonte. O sea, los paraguas van al lado de las personas (mujeres y hombres), como un singular aditamento fálico que reconstruye de manera singular el espacio que el cuerpo de la persona ocupa. Desplegados hacia delante –con sus mangos- y hacia atrás –con su punta-. Como la katana de un samurái.
Me pregunto porqué esa singular práctica de los cubanos de llevar las sombrillas como si fueran espadas japonesas. No se parece a la manera inglesa de ponerlas verticalmente al lado del cuerpo, a modo de bastón; más bien es un impedimento para la gente, casi una señal territorial de “no te acerques.”
Parte de nuestras dinámicas de incomodidad diaria. Los samuráis japoneses eran famosos por su cortesía ritual, lo mismo que los dandis de Inglaterra. Japón, Gran Bretaña y Cuba son sólo islas en un océano de agua salada, y la lluvia es agua dulce que a veces las refresca desde el cielo. Más o menos frecuentemente, según la geografía y la meteorología. Pero en cada caso hay que “entrar en frecuencia” para andar por la calle.
Qué tal dimitri, muy buena la analogía de los samurais, yo pienso que se llevan asi porque es más cómodo, cuando lo llevas en esa posición la mano queda una forma comoda, mientras que si lo llevas de la otra, como los de britania, la mano tiene que tomar una postura un poco más incomoda, no sé, digo yo. bueno un saludo.