Liberar las fuerzas productivas (I)

Dmitri Prieto

El slogan de “Liberar las fuerzas productivas” ha sido históricamente el grito de guerra del liberalismo. ¿Tendrá esa frase algún sentido para las posturas de la izquierda?

Cuba afronta la nueva realidad de la reducción de plantilla. Se habla de entre medio y un millón de trabajadores sobrantes, principalmente en instituciones administrativas y en empresas poco rentables, a quienes se les sugerirá cambiar de actividad: ya sea convertirse en constructores, agricultores, maestros o policías, o bien probar suerte en el sector económico emergente que se amplia, pues incluirá no solo el trabajo por cuenta propia (autoempleo y negocios familiares), sino también verdaderas microempresas, cooperativas, arriendos…

Es decir, no se deja de confiar en la capacidad productiva de los trabajadores cubanos, pero sí se desconfía en que ellos puedan desplegar esa capacidad en sus puestos de trabajo “propiedad de todo el pueblo” (lo dice la Constitución de la República) al servicio de nuestro Estado.  Lo cual es justificado.  Como justificado también es –y lo he dicho otras veces- que se abra todo un nuevo sector donde los (ex)trabajadores gocen de más libertad para producir. Pero esto que parece la solución es sólo una parte del problema.

El slogan de “Liberar las fuerzas productivas” ha sido históricamente el grito de guerra del liberalismo.

¿Tendrá esa frase algún sentido para las posturas de la izquierda?

En cuanto a los proletarios, Karl Marx hablaba de que son doblemente libres: en lo jurídico, y en el sentido de no tener propiedades.  Cuando un proletario es además un desempleado, se podría decir que es triplemente libre: en lo jurídico, en el sentido de carecer de propiedades, y en el sentido de no tener un empleo fijo (o estar en el “ejército industrial de reserva”).

Para Marx, precisamente la existencia de un proletariado libre posibilitó la “liberación de las fuerzas productivas” y el gran progreso que representó el desarrollo industrial capitalista en la Inglaterra victoriana y en general en Europa del siglo XIX.

¿Qué sentido tiene esa frase en Cuba hoy?  En especial ¿qué sentido puede tener sentir sus ´fuerzas productivas´ libres para una empleada que ha sido durante 20 años secretaria de un administrador, u operadora de microcomputadora?  O para un “especialista en recursos humanos,” “en actividad científico-técnica” o un “metodólogo de aficionados”?  Preguntas y más preguntas.

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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