Las elecciones y el filtro

Dmitro  Prieto

Foto por Bill Hackwell

El próximo domingo, Cuba celebrará elecciones parciales. Es decir, serán elegidos por el pueblo los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, delegados que también participan en órganos que controlan los territorios en que se dividen los municipios, conocidos como Consejos Populares.  Una vez constituidas las Asambleas de los municipios y lo Consejos Populares, cada Asamblea y Consejo elegirá también a sus presidentes y demás cargos.

Son elecciones parciales porque en ellas sólo se eligen las instancias a nivel de Municipio y de Consejo Popular (constituidos, como ya dije, básicamente por las mismas personas); también hay elecciones generales, en las cuales junto con esos delegados son electas las Asambleas Provinciales y la Nacional, pero esas elecciones deberán ocurrir dentro de dos años y medio. Así es el ciclo político-electoral cubano.

Las elecciones municipales son bien conocidas en Cuba por el detalle de que los propios ciudadanos son quienes nominan a los candidatos cuyos nombres aparecerán en las boletas electorales; después, los electores asisten a las urnas y cada uno debe seleccionar al candidato “mejor y más capaz,” según “la virtud y el mérito.”

Las boletas pueden tener de 2 a 8 nombres, y hay que escoger uno sólo. Esto puede parecer trivial, pero es que cuando se celebran elecciones generales y se vota por los integrantes de las Asambleas Provinciales y por la Nacional (el Parlamento) en las respectivas boletas aparece una lista única, y el elector puede votar por todos los candidatos, o solo por algunos, o por ninguno.

Esta lista única la preparan unas comisiones de candidatura donde participan los representantes de las Organizaciones de Masas (no de Partido Comunista ni de su Unión de Jóvenes), y después la aprueba la Asamblea Municipal del territorio.

Por lo cual hay una diferencia: en las elecciones municipales proponen los ciudadanos y no se puede votar por todos; en las provinciales y nacionales, proponen las organizaciones y hay una lista única, que la experiencia demuestra de por sí constituye suficiente garantía de que sus integrantes saldrán electos: la mayoría de los electores votan por todos. Por eso, muchos profesores e investigadores dicen que las elecciones municipales tienen más de “democracia directa,” mientras que las otras son más “mediadas.”

Yo quisiera esta vez resaltar algunos detalles precisamente de las elecciones municipales. El voto final, como sabemos, es secreto: hay urnas selladas y cabinas para votar. Puede haber de 2 a 8 candidatos, y si ninguno obtiene mayoría absoluta, se hace una segunda vuelta. De modo que se cumple con el conocido patrón democrático, con la particularidad de que los candidatos salen nominados en asambleas de ciudadanos que se hacen en cada barrio, una por cada “área de nominación,” y no nominan los partidos (oficialmente, hay uno sólo, que –oficialmente- no participa en la nominación, aunque por supuesto sí participan sus militantes, y nada impide a estos consensuar sus propuestas de candidatos, aunque al final deciden los ciudadanos reunidos en asambleas…).

Lo que la Ley Electoral cubana (aprobada en 1992) sí manda es que debe haber al menos 2 candidatos por circunscripción, por lo cual si se logra nominar a uno sólo, a la última asamblea de nominación le tocará proponer otro más. De esas áreas, por tanto, saldrán de dos a 8 candidatos que pasarán a la boleta. Nunca será uno sólo, como ocurría, por ejemplo, en la extinta Unión Soviética.

Ahora bien: ¿cómo se nomina? Pues los electores se reúnen en el lugar señalado del barrio, bajo la dirección de la Comisión Electoral, y cada uno puede proponer un candidato. ¿Qué pasa después?

Lo que sucede después es que si hay una sola propuesta y todos están de acuerdo, la gente levanta la mano por ese candidato y se considera aprobado como candidato (con la excepción de que si en la circunscripción no ha salido otro y es la última asamblea, tendrán que proponer otro más, y serán dos).

¿Pero qué sucede si hay varias propuestas? Pues será seleccionado como candidato aquel a quien apoyen más personas… levantando su mano, en una votación abierta, claro está.

O sea, antes del voto secreto que se celebrará el próximo domingo, hay un filtro: sólo pasan a la boleta los candidatos que recibieron mayoría (relativa) expresada a mano alzada en una votación abierta.  Y quizás algún elector se sienta incómodo a la hora de apoyar abiertamente a tal o más cual propuesta, y entonces opte por apoyar a otra, o se abstenga.

Mi pregunta es: ¿Es necesario ese filtro? ¿Creen que sea mejor eliminarlo? ¿Cómo podríamos perfeccionar nuestro sistema electoral?

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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2 thoughts on “Las elecciones y el filtro

  • Es sistema está viciado.

    Un voto por mano alzada no es un voto secreto. Por tanto habrá personas que se sientan coaccionadas y no votarán con libertad.

  • @ Gabriel.

    Eso es incierto.
    En la circunscripción de Silvio Benítez hubo 14 personas que votaron por él.

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