Howard Zinn: ¡Hasta siempre, salud y anarkía!

Dmitri Prieto

Me acabo de enterar –precisamente por un post en HT, de Armando Chaguaceda – de la partida de Howard Zinn: uno de los intelectuales notables de estos tiempos cuya ficha en wikipedia lleva la incómoda A dentro de una O.

“Anarquía es Orden”: el emblema de la pertenencia del reseñado a los ámbitos anarquistas. Incómoda, sí: sólo pocos pensadores se atreven hoy a proclamarse anarquistas.  Howard Zinn era uno de  ellos. Como en Cuba casi no hay internet, esta incomodidad era poco conocida.

Como la incomodidad del Howard Zinn firmante en 2003 (junto con Chomsky, Wallerstein, Lowy, Said, Albert y otros “izquierdosos”) de una carta en “Campaña por la Paz y la Democracia,” relacionada con algunos hechos –también muy incómodos- que sucedieron en ese año en Cuba.

HOWARD ZINN, foto: wikipedia

Tengo en mi casa el libro de Zinn “La otra historia de los Estados Unidos,” y reconozco hoy con pena que aún no lo he leído. Reconozco también que a pesar de esa falta de lectura el título español de la obra nos sirvió hace unos años para armar un encuentro bautizado “Las otras herencias de Octubre,” dedicado por primera vez en Cuba a abordar en profundidad el tema del “socialismo realmente [in]existente.”

Ese libro de Zinn que aún espera por mí es sin embargo un referente clave que aparece en el artículo con el que debutó la popular autora de HT, mi amiga Yusimí.  Decididamente es un libro que enseña que “otra historia es posible,” y eso es justamente lo que muchos estamos haciendo hoy en Cuba.

También discierno que Howard Zinn donó los derechos autorales de la edición española de ese libro suyo para que se pudiera publicar en castellano “¿Haití para qué? (Uses of Haiti),” de Paul Farmer: un libro que me introdujo en el tema haitiano, tema hoy tan mentado y poco entendido a raíz del nuevo desastre en la vecina isla. Gracias –indirectamente, como tanto sucede- a Howard Zinn, me enamoré de Haití y de su historia…

En Cuba, a Zinn también lo conocimos por su (también incómoda) pieza teatral “Marx en el Soho,” donde Marx se queja de sus furúnculos en el culo (que finalmente lo llevaron a ese lugar donde ahora lo acompaña Howard Zinn) y de que su camarada-oponente Bakunin solía emborracharse con vodka y orinar por la ventana de su apartamento en Londres.

Yo, admirador de ambos, me convertí en admirador de Howard Zinn precisamente cuando formé parte del exiguo público que disfrutó de la obra montada “en vivo” en un campismo habanero, a la orilla del Estrecho de la Florida (el mismo de los balseros) y bajo el ataque implacable de los mosquitos, después de una densa y pesada reunión de la Asociación Hermanos Saíz de jóvenes creadores cubanos, de la cual yo era por aquella época un funcionario de segunda categoría.

Otros cuadros, funcionarios y delegados mientras tanto se emborrachaban con ron cubano, y a diferencia de Bakunin no hacían sus necesidades por la ventana porque los campismos revolucionarios cubanos están obviamente mejor equipados que la guarida del Moro en Londres.

Y, sí, intentar hacer un video-debate de “Marx en el Soho” fue uno de aquellos estúpidos pretextos que unos “jóvenes” “cuadros” usaron para atacar a mi amiga Daisy e incluso intentar expulsarla de la universidad donde ella estudia.  ¡Usaron ese pretexto para intentar convencer a la gente de que Daisy era “contrarrevolucionaria”! Lo que pasaba es que Daisy se volvió incómoda (como Zinn mismo) para esa clase de tipos que no saben de Marx, ni de Bakunin, ni de Zinn, ni de qué cosa es en verdad una revolución: porque no quieren saber, pues sólo mastican su verdad como si fuera un chicle. ¡Allá ellos!

Armando, Daysi, Yusimí … tres camaradas de verdad, escritores actuales de la “incómoda” Havana Times. Marx, Bakunin… Farmer… Chomsky, Wallerstein, Lowy, Said, Albert… ¿Cuántos nombres incómodos más podemos entretejer en esa red que no se rompe, que une los corazones de la gente que nos cuestionamos los destinos de este mundo?

Tengamos la razón, o no, el respeto a la verdad del otro sólo es posible si estamos dispuestos a defender la nuestra. Pero, ciertamente, podremos defenderla sólo si respetamos la del otro. Y por esa enseñanza tan incómoda, por haber enlazado nombres, mentes y corazones no en torno a un dogma, sino más bien alrededor del cuestionamiento de los dogmas: Howard Zinn, gracias.

Entonces, uno más ha partido para allá adonde van las almas vagabundas de los anarquistas. Zinn, por cierto, fue piloto de guerra en la Segunda Mundial.  Sobrevivió los combates, y después luchó contra las guerras y los gobiernos. Hoy, ya sigue ayudando a la sobrevida de otros muchos.  De nosotros mismos, inclusive, acá, en Cuba, en nuestra tan difícil y nuevamente tan incómoda revolución.  La revolución que puede ser si y sólo si es hecha (incómodamente) por nosotros mismos. Howard Zinn: ¡Hasta siempre! ¡Salud y anarkía!

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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