Genealogías fraternitarias del programa espacial soviético (I)

Dmitri Prieto

Yuri Gagarin

El 12 de abril se cumplen 50 años del primer hombre en el espacio. Ello me recordó un grupo de detalles poco conocidos que quisiera compartir.

Durante el último tercio del XIX, vivió en Moscú Nikolái F. Fiódorov (1829-1903), un extraño pensador que consideraba pecaminoso ser propietario de ideas e incluso publicar libros bajo autoría personal.

Póstumamente, sus seguidores publicaron una colección de sus textos bajo el título Filosofía de la Tarea Común. Un fragmento: “Mientras el objeto de la ciencia sea resolver el problema de las causas en general, permanece anclada en esta pregunta: ¿por qué existe todo lo que ya es? Esa es una pregunta antinatural, totalmente artificial, considerando que sería más sensato preguntar: ¿por qué mueren los que viven?

“Debido a la ausencia de hermandad, esta pregunta no se propone, ni es incluso percibida, como digno requerimiento investigativo. Sin embargo, éste es el único objeto de investigación que podría proporcionar un sentido a la existencia de filósofos y estudiosos, quienes dejarían de ser una casta para volverse una comisión provisional con un propósito específico.”

Fiódorov propuso volcar la ciencia más allá de las disciplinas a la tarea común de la Resurrección de los ancestros. Tuvo muchos discípulos en Rusia. Dostoievski fue uno de sus admiradores.

Un seguidor –Tsiolkovski (cierto maestro provinciano, famoso por su sordera)- se preocupó como parte de la “comisión” por un problema particular: ¿dónde alojar a tantos ancestros resucitados? ¿Quizás en algunos de los planetas disponibles de nuestro Sistema Solar?

En aras de solventar ese aspecto de la Tarea Común, propuso sistemas de cohetes espaciales de varias fases o etapas que utilizan combustible líquido; también desarrolló modelos matemáticos para su diseño.

Un discípulo de Tsiolkovski de apellido Koroliov fue el ingeniero principal del sistema Vostok, que hace 50 años colocó en órbita a un muchacho de apellido Gagarin (casualmente, el mismo apellido del padre biológico de Fiódorov).

Mientras las cápsulas espaciales norteamericanas tenían forma de cono trunco, la cápsula del Vostok era esférica (igual que Spútnik I, su primer prototipo), del mismo aspecto que la mandorla que rodea al Salvador en los iconos rusos de la Transfiguración y la Anástasis.

El todavía hoy utilizado cohete-portador Soyuz (de hecho, el único que cubrirá las misiones a la Estación Internacional cuando los Shuttles dejen de volar) –también diseñado por Koroliov- tiene una silueta parecida a un campanario ruso. En su punta, -resaltando tal similitud- lleva una estructura cruciforme. Es un pequeño bloque de motores que se ponen en marcha cuando la tripulación está en peligro inminente; alejan la cápsula del cohete, para que ésta pueda aterrizar. Se llama “sistema de salvamiento de emergencia”. Gracias a ese dispositivo, Rusia –a diferencia de EE.UU.- no ha perdido cosmonautas durante el tiempo entre la ignición y la puesta en órbita (*).

(*) Obviamente, los Mercury, Gemini, Apollo y Shuttles tenían sus sistemas de salvamiento en emergencia, pero lamentablemente perecieron (en tierra) 3 astronautas del programa Apollo y 7 a bordo del Challenger (minutos después del lanzamiento). Los soviéticos estuvieron a punto de perder al menos una tripulación, pero los cohetes del salvamiento alejaron la cápsula del portador, y ésta aterrizó.

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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