¿El principio del fin de la doble moneda en Cuba? (II)

Dmitri Prieto

La doble moneda cubana. Foto: IPS/Cuba

HAVANA TIMES — El punto de la “barrera psicológica” en torno al problema de la doble moneda es que si los precios de chopin (en CUC) se traducen a pesos cubanos (CUP) y se confrontan con los sueldos que pagan las entidades estatales, la comparación mostrará toda la tragicidad del momento económico actual.

No quiero entrar en disquisiciones sobre cuántos días hay que trabajar para comprar una botella de aceite, unas hamburguesas congeladas o un trozo de mantequilla (hay un excelente análisis del escritor cubano Arturo Arango sobre esto, con sus respectivas tablas y cálculos) – pero una cosa es estar conscientes de “lo que todo el mundo  sabe” y otra bien distinta es reconocerlo a nivel oficial.

Ha sido un sueño de cubanas y cubanos en los últimos 20 años poder comprar productos “de chopin” con la moneda “del salario”. Pero hoy está claro como el agua de que lo que determina el acceso a tales productos no es la calidad (“convertibilidad”) de la moneda (CUP ó CUC) sino su cantidad.

Claro como el agua, porque como agua por una espumadera se escurre el saldo del sueldo en una tarjeta de débito en “moneda nacional” cuando se va de compras a una chopin.

Recientemente, se ha incrementado el debate ciudadano acerca de la capacidad adquisitiva real de los salarios cubanos, a raíz de la aprobación de nuevas regulaciones de Aduana (que afectan la importación de artículos que escasean en Cuba) y de una nueva Ley Tributaria (la cual no se discutió entre la población y cuyo contenido para la gran mayoría de actuales o potenciales contribuyentes es un misterio).

En el ciberespacio, están las interesantes contribuciones de agudos polemistas como  Félix Sautié y Rogelio M. Díaz Moreno, entre otras.

La posible salida del problema, anunciada por las nuevas posibilidades de pago en la chopin (por tarjeta bancaria), consistiría simplemente en declarar equivalentes ambas monedas al tipo de cambio actual (u otro parecido), y después dejar una sola de ellas en circulación. Esto es lo que de hecho hace el nuevo método de pago en las chopin con “moneda nacional” – que hoy sólo es posible mediante tarjetas magnéticas.

Claro, entonces la provocadora contradicción entre precios y sueldos emergería con toda violencia – máxime cuando aún pervive el recuerdo del ya mítico tiempo en que el peso cubano y el dólar USA se cambiaban 1:1. Y hay que tomar en cuenta que la alta dirección tanto del gobierno como de los sindicatos cubanos ha dicho bien claro que por el momento no se prevé incrementar los salarios.

El agresivo rugido del león –ya suelto- de la desigualdad social genera justos temores en el aparato propagandístico de la burocracia, porque (incluso desde el punto de vista del marxismo) las verdades económicas no se pueden apuntalar con consignas ideológicas.

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