Cantos de soberanía y de censura

Dmitri Prieto

Banderas cubanas. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 12 julio — Sabía que a Alemania le tocaba llevarse el tercer lugar del campeonato mundial de fútbol, porque así lo había predicho un famoso pulpo de nombre Paul y origen anglosajón, pero que vive en un acuario en tierras teutonas.  Parece que el origen británico de Paul lo ha conducido a hipnotizar al equipo alemán, para que este lograse solamente el bronce.

Entonces, privó a los hinchas germanos de ese placer que tanto odian nuestro/as camarada/os de la izquierda alemana – de salir a la calle cantando las estrofas prohibidas del himno: Deutschland über alles!

Mucho/as de nuestro/as camarada/os de la izquierda alemana llegan incluso a odiar el propio fútbol, y en especial las victorias del Bundesteam, precisamente por el fantasma de patrioterismo nacionalista y xenófobo que se libera por hinchas sin escrúpulos… Gracias a eso/as camarada/os, yo mismo he ido aprendiendo que el patrioterismo no conduce a nada bueno.

Pues sí, el himno nacional de Alemania tiene estrofas prohibidas, censuradas, que no deben ser cantadas.

Pocos saben que en Cuba el himno nacional también fue recortado por nuestros patriotas cuando los colonizadores españoles se fueron.  En aquel entonces, se eliminaron las partes de la letra que tildaban a los ibéricos de “cobardes”, y hasta afirmaban que “ya España murió.”  En mi opinión, los patriotas hicieron bien en censurar el texto original del himno, pues la guerra había terminado… y los españoles ya no eran enemigos.

En aquel entonces –principios del siglo XX- hasta se llegó a publicar en la prensa un artículo titulado “Arriba con el himno”, que defendía el derecho de los cubanos a no estarse firmes mientras se toca el canto patrio, e incluso a bailar al compas de este.  Actitud rara, ¿verdad?

Mientras a una parte de la población le parecía correcto bailar al compás del himno, ahora que la guerra había terminado, prevaleció otra actitud.  Se impuso la postura de estarse quieto militarmente, mostrando respeto por los mártires que dieron su vida por lo que se canta. Estos hechos los conozco gracias a la historiadora cubana Marial Iglesias, quien investigó el tema.

La marca del estado

Ambas posturas tienen sus razones. Quienes murieron fueron a la guerra para que sus descendientes un día pudieran bailar…

Solo quiero resaltar que los himnos patrios llevan el sello del Estado.  Son cantos de soberanía – y  también objetos de censura.  La soberanía no es exactamente sinónimo de libertad, y su práctica va constreñida por la censura que la propia soberanía lleva esencialmente dentro.

Como el filosofo italiano Giorgio Agamben había descrito, la propia vida del soberano es “vida desnuda”, vulnerable jurídicamente ante la muerte.  Parece que esa desnudez vital se traslada a todo lo que el soberano toca… o canta.  Y sabemos que (a diferencia de Luis XIV) el soberano en las repúblicas es el propio pueblo.

Miro con interés como antes de iniciar los partidos de fútbol, los jugadores cantan o escuchan sus himnos… algunos incluso parecen no saberse la letra… otros, la entonan con gran pasión. Pero el resultado del juego no depende de eso.

Hace ya unos años, a un profesor de literatura se le ocurrió hacer su taller en las gradas del habanero Estadio Latinoamericano, justo antes de un juego de béisbol.  Cuando el juego estuvo al empezar, uno de los talleristas se mantuvo sentado mientras se entonaba el himno.  A las preguntas de los extrañados espectadores respondió que respetaba mucho el himno, pero aquí el también era el pueblo, y por tanto libre, y no tenia por que regirse por las reglas que hicieron otros.

Dimitri Prieto-Samsonov

Dmitri Prieto-Samsonov: Me defino por mi origen indistintamente como cubano-ruso o ruso-cubano. Nací en Moscú, en 1972, de madre rusa y padre cubano; viví en la URSS hasta los 13 años, aunque ya conocía Cuba, pues veníamos casi todos los años de vacaciones. Habito en un quinto piso de un edificio multifamiliar, en Santa Cruz del Norte, cerca del mar. Estudié Bioquímica, Derecho (ambas en La Habana) y Antropología (en Londres). He escrito sobre biología molecular, filosofía y anarquismo, aunque me gusta más leer que escribir. Imparto clases en la Universidad Agraria de La Habana. Creo en Dios y en la posibilidad de una sociedad donde seamos libres. Junto con otra gente, en eso estamos: deshaciendo muros y rutinas.

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