Alfredo Guevara: “la sociedad cubana saldrá de la prisión del Estado.” (II)
Dmitri Prieto
Acerca de las excitantes palabras de Alfredo Guevara, creo importante precisar un punto clave, ante los nuevos cambios que ya vienen siendo una realidad en Cuba. Hay muy diversas maneras de ser anti-estatista, pero las fundamentales –de modo esquemático- son dos: la capitalista-liberal y la socialista-libertaria.
Los neo-liberales (que por alguna esotérica razón en los EE.UU. se hacen llamar neo-conservadores), representantes más publicitados de la primera, han obtenido una victoria ideológica en los ´90, pero después llevaron a países enteros –como Argentina- al colapso económico y social. Su dominio condujo al empoderamiento extremo de las transnacionales capitalistas.
Además, en su lucha por el “Estado mínimo.” también fracasaron, como lo reconoció su profeta Milton Friedman (pues no lograron disminuir las cantidades de burócratas). Son, por tanto, anti-estatistas espurios (como bien saben los luchadores anti-neoliberales que han probado en sus cuerpos las balas (no sólo) de goma del Estado “mínimo”). Pero en Cuba –increíblemente- tienen partidarios entre los más contestatarios (de derechas).
Los socialistas libertarios son mucho más dispersos, pero también cuentan con ideologías robustas, y actualmente permean gran parte del espectro de las izquierdas, sobre todo a través de los nuevos movimientos y foros sociales, el activismo comunitario, el sindicalismo radical, la autogestión y los anarquismos. En Cuba, cuentan con una red de proyectos socio-culturales.
Creo que actualmente para los cubanos es trascendental saber de qué desestatización se está hablando. ¿Se pretende empoderar a las empresas privadas (eufemísticamente denominadas hoy “trabajo por cuenta propia”) o a cooperativas, comunidades, colectivos autogestionarios?
¿Cuándo aparecerá el “marco legal” para que los trabajadores puedan formar cooperativas? ¿Cuál será el destino final de las entidades del sector estatal? ¿Qué sentido tiene la propuesta por la cual empleadores y empleados de las empresas privadas integrarían LA MISMA organización sindical?
Nada de esto está definido hoy. Por tanto, permanece indefinido el carácter de la “desestatización” en Cuba. Hay que luchar.
Mientras, nos informan sobre cómo y sobre qué base se pagarán los impuestos, algo que la mayoría de los cubanos no estamos acostumbrados a hacer. Pagar/cobrar un impuesto es el acto más estatista que existe. Siempre recuerdo la canción “Taxman.” de los Beatles.
El Estado es históricamente casi consustancial a la noción del fisco, de la contribución obligatoria. Creo que ni en las más (auto) reconocidas democracias modernas resulta un acto agradable el cumplimiento del “deber cívico” de pagar los impuestos. Sólo los presupuestos participativos de algunas localidades latinoamericanas han logrado subvertir (en alguna medida) esa lógica.
Aunque los Beatles estuvieron prohibidos en Cuba por los ´60, Alfredo Guevara también debe haber escuchado la canción “Taxman.”
Poniéndolo así… ¿tú crees que Guevara esté posicionado en los no-estatistas libertarios? Quizás un poco, pero no tanto. Claro, lo que sí no me parece es que sea un neo-liberal.
A mí también me gusta mucho ese tema de los Beatles.
no encuentro la 1ra parte de este trabajo.
https://havanatimesenespanol.org/?p=11354
«Pagar/cobrar un impuesto es el acto más estatista que existe…»
Podría considerarse la segunda función en importancia que realiza el Gobierno, luego de la de brindar seguridad a sus ciudadanos, pero partiendo del análisis de que lo delincuencial parte de la «fenomenología» económica, y esto a su vez es el engranaje mayor en la vida social: la recaudación de impuestos supone un acto primordial en la AUTOGESTIÓN, es lo que le da origen y forma a la Administración Pública. Claro que mi dicho parte de la teoría del respeto y la legalidad, la eficacia y pulcritud en las acciones de gobierno. En algunos países el cobro de impuestos tiene su repercusión en la efectividad de los servicios públicos(no incluyamos el rubro policial*), en la calidad de los productos y de los servicios, las más de las veces; el llamado a declarar impuestos pocas veces se hace dos veces, a primeras el declarante está pensando en su deber cívico(a priori de la ley o con total conocimiento de lo legal) y como segundo impulso a cumplir con la obligación piensa en la devolución que recibirá luego de hacer saber a la autoridad que su mayor gasto se destina a la adquisición de bienes y servicios de primera necesidad. Luego entonces plantear que en los países de Latinoamérica las cosas tengan que partir de la obligación del ciudadano, quien es forzado por un ordenamiento fiscal que enmascara la rapacería del gobierno, me parece que no es ni coherente ni debería ser posible.
El saneamiento de los cuadros de gobierno debe ser tarea inicial, la depuración de los captadores y administradores de los dineros públicos tiene que ser el acto primero, como segundo paso tendría que verse reflejado el dinero en la eficacia de los servicios que el gobierno por ley deba brindar y en la inversión en obra pública. Es decir, pedir que el órgano gubernamental sea eficaz y haya eficiencia en el manejo de los billetes; dinero que el «ciudadano» entonces entenderá (o será educado, o cohercionado como acto legal y legítimo), es necesario para el bien andar de una estructura tan compleja como lo es el estado, entendido este como el ente tripartita.