Tomo una frase prestada

Dariela Aquique

Lo que queda del Hotel Imperial

Desde tiempos lejanos las hosterías, hostales u hoteles, que es el nombre más común con que se conoce en nuestros días han sido identificativas de pueblos y ciudades.

A la llegada de foráneos a cualquier villa que no es la suya, lo lógico es ir de inmediato en busca de un lugar donde guardar sus pertenencias, tomar un baño, hacer las comidas y descansar plácidamente en la o en las noches que les toque estar por esos lares.

Mi ciudad como todas las de Cuba era pletórica de hoteles. Visitantes de toda procedencia podían disfrutar sin contratiempos del inmediato alquiler en el centro o en las periferias de un confortable sitio donde albergarse.

Después de los fatídicos años 90 para los cubanos, los hoteles de ciudad comenzaron a deteriorarse y por consecuencia a desaparecer, hubo momentos en que solo quedaron unos pocos al servicio del turismo internacional y a los criollos no nos quedó otra opción que refugiarnos en casas particulares, para entonces de forma clandestina, cuando el Estado no había legalizado aún los alquileres por cuenta propia.

El Hotel Venus lleva mucho años sin funcionar.

Los pocos hoteles que eran restaurados pasaron ipso facto al área de recaudación de divisas, es decir: ¡no para cubanos! Incluso el solo acceso para los nacionales estuvo prohibido hasta hace muy poco, cuando como una dádiva, el gobierno decidió otorgarnos el derecho de entrar a los hoteles de nuestro país sin que eso constituyera un delito.

Ahora podemos ir pero si los pagamos en moneda convertible, lo que significa que solo si amigos o familias venidas del extranjero te invitan o si te dedicas a prácticas de negocios ilícitos (que son los que reportan grandes ingresos) podrías disfrutar de la estancia en uno de ellos.

¿Qué quedó para el obrero, para el hombre y la mujer proletarios, para el cubano de a pie?

Nada, no existen hoteles en pesos cubanos, nos resta el alquiler particular que se rige por la máxima de “oferta y demanda” y según la conveniencia del propietario.

En cuanto al valor arquitectónico que estos puedan tener, ¿de qué año data su construcción, a qué estilo pertenece?, a nadie le interesa rescatarlo.

Mi Santiago tuvo tres hoteles en el centro de la ciudad que fueron históricamente motivo de loa, por diseño de construcción y por lo céntrico de sus ubicaciones, de ellos solo uno, el Casa Granda, está hoy en activo, (claro, como sitio  para turismo extranjero de ciudad), el Imperial y el Venus llevan más de 10 años en total y lamentable deterioro.

He sacado fotos de estos últimos para que los lectores, como diría un periodista y comentarista y tomo su frase prestada: “Saque usted sus propias conclusiones…”

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