Rectificar es de sabios
Dariela Aquique
Rectificar es de sabios, reza un viejo dicho popular. Hábilmente hoy el Estado se ha replanteado toda una serie de decisiones que fueron trazadas en función del desarrollo social, pero que la praxis demostró lo inverso.
Como la institución de Escuelas Técnico-Profesionales Especializadas entre las que se encontraban las de Instructores de Arte.
Y de la que puedo hablar con propiedad, pues laboré durante dos cursos como profesora impartiendo la asignatura de Dramaturgia en la Especialidad de Teatro en la E.I.A Pepito Tey de Santiago de Cuba.
Llegué a la enseñanza por razones ajenas a mi voluntad, mi formación no fue pedagógica. Después de varios años como teatrista, poder trasferir mis conocimientos a los más jóvenes era un reto que se hacía seductor.
Con disciplina y henchida de entusiasmo arribé los primeros días de docencia. Mis iniciales sorpresas fueron observar el deterioro de las locaciones (de una instalación que llevaba unos pocos años de restaurada su parte más antigua y de construida las edificaciones de ampliación).
Otro fiasco fue irme dando cuenta que el claustro de profesores (es decir mis colegas) estaba en su mayoría muy distante de deber estar dando clases justamente en una Escuela de Artes.
No obstante, mi misión era la de llegar al alumnado con la mayor claridad y con absoluto conocimiento de la materia que les ofrecería. Para ello preparaba con esmero mis clases y trataba de adoptar iniciativas amenas y didácticas.
Mi desencanto mayor era constatar que aquellos jovencitos eran indiferentes. No estaban allí por vocación (salvo algunas excepciones).
Yo dabas las clases a 3er y 4to año, y tenían lagunas de conocimientos que no podía entender, esto quedó aclarado cuando reporté al secretario docente los resultados de exámenes y este, muy entre amenaza y sugerencia, me explicó:
“Que no podía tener suspensos, que todos tenía que estar aprobados porque eso afectaba no solo la promoción de la escuela, de la provincia y del país, sino también mis economías, porque si tienes alumnos desaprobados, y tu evaluación es mala, no cobraras salario completo.”
Entre otras decepciones, puedo citar como ejemplo que cuando fui a los municipios y poblados a hacer “las captaciones” para las matriculas, quedé estupefacta cuando se me dio una cifra predeterminada de alumnos a ser seleccionados., incluso por sexo, era algo así: Municipio San Luis: 5 estudiante, 3 hembras y dos varones
Protesté: “¿Cómo podía irse a hacer captaciones con cifras establecidas? Y si resultaba que las aptitudes las tenían 4 varones y una hembra.”
“Usted cumpla compañera, con lo que se ha orientado.” fue lo que tuve por respuesta.
Por razones puramente económicas soporté los dos cursos académicos en aquel lugar, hasta que decidí no trabajar más allí.
Y se ha dispuesto sabiamente poner fin a este tipo de enseñanza, le restan solo dos graduaciones, ¡qué bien rectificar!
Hicistes bien en irte de ahi, uno como va a trabajar sereno en un lugar asi
Primera vez que oigo que en una escuela todos los alumnos tienen que ser aprobados, cuentan mas los numeros que el saber, burros para siempre