Dariela Aquique

Ana Fidelia Quirot

Hace algún tiempo se vienen haciendo muchísimas manifestaciones de burla (sobre todo en espacios humorísticos) a lo ridículo y manido que ya les resulta a los cubanos, ver a sus deportistas y atletas después de ganada una presea decir ante las cámaras y micrófonos de la prensa, el clásico texto (ya cliché):

Esta medalla es pa´ mi pueblo y pa´  el Comandante”

Frase esta inmortalizada por la gloria deportiva Ana Fidelia Quirot, y gloria deportiva también pasó a formar parte del argot competitivo del país.  Hasta los tonos de los narradores y comentaristas, parecen estar construidos, pues todos usan las mismas verbosidades y me atrevo a decir que hasta las pausa e inflexiones son siempre en el mismo lugar.

El catálogo de palabras nacional es tan particular… como el patio de mi casa. Acá ciertos términos han sido implantados y su significado real quedo relegado a un segundo plano para pasar a ser lo que está estipulado que simbolicen.

Por ejemplo un deportista ganador en Cuba, deja de ser llamado campeón, vencedor, triunfador para inmediatamente convertirse en gloria, palabra que tiene como sinónimos: perfección, encanto, goce o satisfacción.

En los eventos internacionales, los reporteros, desviados de reseñar los acontecimientos, harán recordar discursos patrióticos, donde: loable actuación del equipo tal…, es sustituido por: ¡se pone en alto el nombre de la patria! Esto responde hasta que punto todo el suceder cubano se ha politizado.

 

Las delegaciones al ser abanderadas, para partir a representar al país, parecen que irían a cumplir una titánica misión.  Se hacen juramentos a un estilo casi militar y se lee un comunicado fervoroso.

Al regresar victoriosos, serán comparados con los héroes de la independencia…* y todos dará la impresión que dicen los mismos parlamentos.

Si corren la mala suerte de ser vencidos, volverán a la patria como las huestes avergonzadas que han probado el polvo de la derrota.  Y si vuelven diezmadas porque algún integrante desertó, este pasará a la categoría de traidor y la irresponsabilidad de permitir esta claudicación, será analizada profundamente con él o los comprometidos de cuidar este pormenor dentro de la agrupación.

No puede negarse que el gobierno ha hecho monumentales esfuerzos para el desarrollo del deporte en Cuba y en países pobres también, pero no debe esto repercutir en el derecho a la individualidad y decisión personal de sus deportistas.

Sería bonito oírles decir que dedican sus medallas a sus padres, hijos o parejas, que se sintieran y pudiéramos verlo como lo que son atletas, no héroes.

* Texto tomado de Brainstorm, de la serie Producciones Sex Machine de Eduardo Del Llano

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