Exceso de entusiasmo

Dariela Aquique

Un primero de mayo en La Habana.

Ser fiel a ideales o principios es una noble causa, tener absoluta convicción de lo que se defiende y por qué, es meritorio. El error comienza en el exceso de entusiasmo, cuando la gente está prejuiciada de antemano.

El dogmatismo es nefasto para las relaciones interpersonales. Si no hay derecho a réplica, no hay diálogo y en consecuencia no habrá comunicación. Infortunadamente existen quienes a estas alturas persisten en la intransigencia.

Hace unos días un grupo de jóvenes hacían comentarios (por cierto bastante incautos) de como ellos presumen se viva en los países primermundistas. Un señor que evidentemente no entendió nada de la conversación de los chicos, irrumpió de bruces en su plática y lo menos que le profirió fue desagradecidos.

Comenzó su diatriba haciendo un recordatorio de los años de la dictadura batistiana: el hambre, la miseria, la represión, en fin…Hablo de las bondades infinitas de nuestro sistema y obviamente terminó en el clásico texto: ¡todo lo que son se lo deben a la Revolución!

Uno de los muchachos se molestó (con sobradas razones) y lo primero en decirle al veterano fue justamente: que nadie estaba hablando con él, luego que el pasado pasó y que él hablaba de presente y de futuro y así sucesivamente fueron emergiendo palabras y palabras, lo que devino desagradable disputa. La que terminó en amenazas como: ya les vi bien las caras….

Discurro en que no hay derecho cierto a invadir en las charlas ajenas, sea ya a favor o en contra de lo que se diga. ¿A donde está el respeto a la privacidad, el derecho a la expresión?, (errada o no).

No es imponiendo preceptos como se avivan causas y creo que un mal de fondo de nuestra sociedad ha sido fomentar este tipo de acciones y aupar a estos tipos de individuos fundamentalistas que suelen ser extremadamente peligrosos.

Gentes como estas fueron los usados para que quede vergonzantemente en nuestra memoria pasajes como los Actos de Repudio de los años 80. Recuerdo como si fuera ayer los carteles con textos como: ¡Escorias, Lumpen, Vagos!, los lanzamientos de huevos sobre las casas, los rostros y cabezas, las quemas de enormes gusanos de papel y de goma en los portales de las familias que se comunicaba, iban a abandonar este país.

Este país que hoy tiene las llamadas Brigadas de Acción Rápida, las que hinchan sus filas con gentes como el rancio, dispuesto a dar el golpe, capaz de la agresión física contra el prójimo, nada más que por no pensar igual y peor aún por sentirse con el derecho a la libertad de expresarlo.

¡Suerte que son los menos!

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