Dos cartas pastorales, en veinte años (III)

Dariela Aquique

Foto: Juan Suarez
Foto: Juan Suarez

HAVANA TIMES — Corría el mes de septiembre de 1993. Los cubanos protagonizábamos uno de los capítulos más sombrío de la historia política, económica y social de la segunda mitad del pasado siglo.

Caído el muro de Berlín. Alcanzaba sus puntos más álgidos el período especial. El recrudecimiento del bloqueo. La dolarización de la economía. El éxodo masivo (los balseros).

La Conferencia de Obispos Católicos, emite una carta pastoral, un mensaje a los cubanos: El amor todo lo espera. Desde la visión de la fe católica, los prelados intentaban a su manera hacer algo por Cuba.

La reacción gubernamental, como siempre, no se hizo esperar. Una ola feroz de ataques lanzado desde los medios de comunicación, que satanizaba la misiva, pero que nunca publicó ni un solo fragmento de ella.

Así una vez más, muchas personas reprobaban algo que no sabían de qué se trataba. Pero como a veces… no hay mal que por bien no venga…; esto provocó que mucha gente ávida de conocer de qué iba dicha carta, se interesara en ella.

Y de las 300 copias iniciales que se pretendía hacer circular solo entre sacerdotes, religiosos y los laicos más comprometidos; se pasó a cerca de 100 mil duplicados.

En el 2013, a veinte años, los obispos han vuelto a escribir una segunda La esperanza no defrauda.

Esta vez, como parecen haber aprendido del error, los medios han evitado hacer alusión alguna al pliego. Se valen de recursos más innobles, como infiltrar personal de informantes, en las comunidades religiosas para sabotear la divulgación del material.

Lo más tremebundo, es que cuando leemos la primera, (salvo algunos detalles muy específicos que ilustran el período en que fue escrita), nos resulta tan actual como la segunda. Revisemos algunos fragmentos:

“La verdad los hará libres” (Jn. 8,32)

Debemos también reflexionar sobre la veracidad. La Convocatoria para el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba hacía un llamamiento muy nítido para erradicar lo que llamó doble moral, unanimidad falsa, simulación y acallamiento de opiniones. Ciertamente, un país donde rindan dividendos tales actitudes no es un país sano ni completamente libre; se convierte, poco a poco, en un país escéptico, desconfiado, donde queriendo lograr que surja un hombre nuevo podemos encontrarnos con un hombre falso.

Todo hombre tiene derecho, en lo que concierne a la vida pública, a que la verdad le sea presentada completa y, cuando no es así, se desata un proceso en cadena de rumores, burlas, chistes, a veces irrespetuosos de las personas, que pueden ser como la válvula de escape para exteriorizar lo que se lleva internamente reprimido. La búsqueda sin trabas de la verdad es condición de la libertad.

Por favor, que alguien me diga ¿en veinte años qué ha cambiado? El año pasado en el del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se hicieron los mismos planteos. Y como la canción de Julio Iglesias, la vida sigue igual… Veamos otro segmento.

Nuestras Relaciones con otros países

Somos los cubanos los que tenemos que resolver los problemas entre nosotros, dentro de Cuba. Somos nosotros los que tenemos que preguntarnos seriamente ¿por qué hay tantos cubanos que quieren irse y se van de su Patria?, ¿por qué renuncian algunos, dentro de su misma Patria, a su propia ciudadanía para acogerse a una ciudadanía extranjera?, ¿por qué profesionales, obreros, artistas, sacerdotes, deportistas, militares, militantes o gente anónima y sencilla aprovechan cualquier salida temporal, personal u oficial, para quedarse en el extranjero?, ¿por qué el cubano se va de su tierra siendo tradicionalmente tan «casero» que, durante la época colonial, no había para él castigo más penoso que la deportación, «el indefinible disgusto» como le llama Martí, quien dice también que «un hombre fuera de su Patria es como un árbol en el mar», y que «algo hay de buque náufrago en toda casa extranjera»?

Más vigente, no sé, creo que no hay otra cosa. Salir de este país, es para algunos como una meta. Para otros es como el ideal de la realización personal. Para varios, es como la única solución real y definitiva. Y para algunos es casi una obsesión.

Dariela Aquique

Dariela Aquique: Recuerdo mis años de estudiante como Bachiller, aquella profe que interrumpía la lectura de obras y con histrionismo sorprendente hablaba de las posibilidades reales de conocer más la verdad de un país por sus escritores, que por crónicas históricas. De ahí mi pasión por las letras, tuve excelentes profesores (claro, no eran los tiempos de maestros emergentes) y la improvisación y el no dominio de la materia quedaban descartadas. Con humildes pretensiones y la palabra de coartada quiero contribuir a mostrar la verdad de mi país, donde la realidad siempre supera a la ficción, pero donde un estilo novelesco envuelve su existencia.

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