De bardos y trovadores

Dariela Aquique

Parque de Céspedes, Santiago de Cuba

La ciudad de Santiago es la madre de la trova, del son, del pilón, de la conga y en discrepancia con los Puertorriqueños, también del bolero. La música es a los de mis predios condición indispensable.

Es habitual encontrar en los parques, plazas o esquinas a jóvenes y viejos, guitarra en mano. Con un tambor, silla o cajón se hace una rumba, con claves, con palmadas o con una botella, una lata y un palo se hace el más improvisado y memorable de los conciertos callejeros.

No existe un santiaguero que no sepa bailar, que intente cantar, y no hubo una ventana o balcón que no tuviera una serenata.

Gustan de ostentar mis coterráneos su melomanía. La tierra caliente ha dado prominentes músicos y es presunción de sus paisanos, decir:

Soy de la tierra de los Matamoros o Pepe Sánchez era santiaguero…

Elemental que con tanta euforia musical, siempre hemos tenido egregios intérpretes, acompañantes y compositores. Pero también muchos aficionados que no siempre le hacen justicia a los tradicionales ritmos o géneros cultivados en la villa.

Desde hace algunos años con el desarrollo del turismo de ciudad, el patrimonio musical nuestro ha sido harto explotado. Por profesionales y amateurs, por corporaciones o centros creados o diseñados para eso o por iniciativa propia de algunos buscadores de divisas.

Y es por eso que encontramos muchas veces a grupos de excursionistas asediados por simulacros de trovadores o por no tan genuinos exponentes de esta variedad.

Arpegiar unas cuerdas y entonar un clásico tema del cancionero popular tradicional, es suficiente para que cualquiera disfrazado de bardo o trovador pretenda hacer caudal con nuestra heredad musical.

Como este acto de espontaneidad es casi incontrolable, las entidades dispuestas a esa razón, han buscado alternativas no siempre muy felices, pero si para ellos eficaces.

Es decir esta pléyade de seudoartistas están un tanto legalizados o consentidos, lo implica la ganancia de un porcentaje de sus ingresos para estas asociaciones que lo audicionan y autorizan a “animar las calles, parques y otros sitios.”

Pero los que no siempre son los más fieles exponentes de ese caudal del que hacemos gala y esto a mi juicio lastra la calidad real de nuestra tan ponderada música santiaguera, mal canturreada tantas veces “por tantos y tantos bardos y trovadores……”

 

 

Dariela Aquique

Dariela Aquique: Recuerdo mis años de estudiante como Bachiller, aquella profe que interrumpía la lectura de obras y con histrionismo sorprendente hablaba de las posibilidades reales de conocer más la verdad de un país por sus escritores, que por crónicas históricas. De ahí mi pasión por las letras, tuve excelentes profesores (claro, no eran los tiempos de maestros emergentes) y la improvisación y el no dominio de la materia quedaban descartadas. Con humildes pretensiones y la palabra de coartada quiero contribuir a mostrar la verdad de mi país, donde la realidad siempre supera a la ficción, pero donde un estilo novelesco envuelve su existencia.

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