A vivir una cultura deferente

Dariela Aquique

Una canción en voz de Ana Belén me hizo pensar:
/…desahuciado está el que tiene que marcharse
a vivir una cultura diferente…/

Una entrevista hecha por Amaury Pérez, en su habitual programa de televisión: Con dos que se quieran, al excelente actor cubano Luis Alberto García, aportó elementos para este comentario. El entrevistado contaba como en más de una vez le preguntaban por qué se había quedado a vivir en Cuba.

A lo que él siempre ha respondido: …que Cuba lo escogió a él, que fue el lugar que sus padres escogieron para que naciera y a esto se debía, Decía además,…que desde la pertenencia y estando aquí, tenía todo el derecho a criticar, protestar y aspirar a una vida mejor en el lugar que lo escogió y en el que él ha decido quedarse…Es esto grosso modo lo que expresó el actor.

Recientemente he escrito algo que transita también por el tema del éxodo, pero con otro enfoque. Ahora quiero referirme al hecho de poseer el valor suficiente para irse y para quedarse.

Si, le llamo valor porque ante las escaseces, los hombres (y lo digo en el sentido genérico de la palabra) muestran sus debilidades. Hay que ser en extremo valiente para arrostrar las privaciones materiales. Cuando las primeras necesidades se hacen muy difíciles de cubrir, la opción más a mano es escapar.

Ha sido históricamente la causa de las diásporas mundialmente. Los cubanos han emigrado a muchas partes del mundo, tratando de eludir este cruel evento. Empero esa voluntad se traduce en la decisión de abandonar todo cuanto se ha sido, en términos de costumbres, maneras, idiosincrasia.

Se pone en la balanza: de un lado el lógico y racional sentimiento de querer vivir en ambientes prósperos, en medio de solvencias económicas y que el diario pan de cada día no sea razón que perturbe tu sueño. Del otro lado todo un arraigo, toda un historia personal, un idioma materno, una música interior que no es igual a ninguna otra.

Ya he visto partir a incontables: familiares, amigos, vecinos, colegas, conocidos, ex parejas. En la inmensa mayoría de los casos el impulso nada tuvo que ver con visiones políticas, ni otras afiliaciones. Sencillamente las ganas y el derecho de aspirar (desde su perspectiva) a un vida, sino mejor al menos diferente. Y luchar por este cambio fue incluso muchas veces a riesgo de sus vida (lo que es muy valiente).

Yo por mi parte, mil veces me he debatido en hallar el equilibrio, más y más, está dislocada la balanza.

De lo que si estoy segura es de que se posa en ellos una nostalgia crónica. Madrid, París, Ámsterdam, Buenos Aires, Tokio, Miami o Nueva York, son colosales y bellas, pero en ellas los cubanos bailan salsa, juegan dominó, beben Havana Club, oyen al Beny y lloran.

Porque hay que ser muy valiente para vivir subsistiendo. Pero también se es valiente y se está realmente desahuciado para marcharse a vivir una cultura diferente.

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