Otro tipo de violencia
Danae Suárez
Mucho se ha hablado de la violencia que impera en los pueblos de Latinoamérica. Venezuela, México, Colombia, son países que -por citar algunos- poseen una seguridad ciudadana bastante resquebrajada.
Por eso para muchos resulta irrisorio cuando se habla de violencia en Cuba y se hace alusión a algún asalto en las calles o un aisladísimo asesinato. Nuestro país, en ese sentido, para hacer justicia, es pacífico y seguro.
Pero hay otro tipo de violencia que impera en las calles de Cuba.
“Señor, córrase a un lado para pasar hacia atrás.” dijo una mujer que subía delante de mi a la guagua.
“¿Y donde quieres que me ponga, encima de tu cabeza?” contestó el anciano en forma descompuesta.
En la cola del autobús o de la pescadería, en la espera de un salón del policlínico del municipio, en una tienda recaudadora de divisas, en el cine, en el mercado, en todas partes hay gente irritada, personas a la espera del mas mínimo movimiento en falso para descargar toda la ira acumulada quien sabe si por años.
La acumulación de las frustraciones de la vida de las y los cubanos de hoy ha hecho que se convierta en un ser huraño y exasperado. Pareciera como si cada día viviera eso que los psicólogos llaman microsicología y que, entre otras cosa, hace referencia a la acumulación de pequeños incidentes desagradables que van colmando la vida cotidiana a nivel inconsciente, hasta que al fin cae la última gota y estalla.
Comprendo las dificultades que atravesamos, sé, porque lo vivo en carne propia, las carencias que inundan nuestra vida, pero acumular el odio y el rencor en nuestro corazón no es la salida adecuada, el mayor daño nos lo hacemos a nosotros mismos.
“I’ve a dream.” dijo Martin Luther King. Yo también he tenido un sueño, contesto yo, y es poder palpar un día una sociedad donde reine la fraternidad, la tolerancia y el amor entre las personas.
Tampoco creo que sea demasiado difícil, solo se trata de buscar dentro de nosotros mismos los buenos valores sembrados desde siempre en nuestra alma y tener la valentía de vivirlos cada día a pesar de.
ay mija…