Mi nueva amiga Alaa

Danae Suarez

Mi nueva amiga Alaa.

Tengo una nueva amiga. Su nombre es Alaa, tiene 12 años y es egipcia. Hace ya 8 meses que vive en mi edificio pero como salgo y entro a casa sin reparar en los vecinos (cosa poco frecuente en Cuba) nunca me había detenido a conversar con ella.

Aunque confieso que por alguna oculta razón o tal vez por mi sensibilidad hacia los niños, en ella si me había fijado: siempre atenta a la calle desde su alto y enrejado balcón, siempre despierta, siempre sola.

Hará unos dos meses atrás, mientras sacaba al jardín a mi perro (rutina que repito cada día) la vi que me hacia señas desde su punto de observación e impulsivamente, amén de privarme del sosiego que me proporciona cada día la frescura del despoblado jardín, la invité a bajar para que conversáramos.

A pesar de las dificultades para comunicarnos, pues no hablaba bien el Inglés y menos el Español, me pareció una niña alegre y sagaz, y ella otro tanto debió pensar de mi pues desde ese día, cada vez que saco a mi perro no tarda mucho tiempo para que Alaa -que me ha estado vigilando todo el día- salga corriendo de su casa como una mariposa que al fin ha visto el mundo y venga a posarse a mi lado, serena, esperando alguna señal para iniciar una charla.

Dos meses después he visto la facilidad con que un niño aprende el idioma y hoy nos comunicamos en “Espanglish” con relativa rapidez, incluso reímos juntas de lo lindo a pesar de lo diferente de nuestra idiosincrasia.

Y es que debajo de la piel de cada ser humano sin importar su cultura o formación, pulula la ineludible esencia que nos hace criaturas de una misma raza; con los mismos temores, los mismos sueños, los mismos anhelos, las mismas ansias nunca satisfechas.

Sin embargo hay algo que perturba la algazara de esta nueva amistad. A los vecinos del barrio, no parece gustarle vernos juntas. Ya dos de ellos han salido a preguntar si le doy clases de Español y cuanto cobro, o a hacer otro tipo de ingenuas averiguaciones, pues “algún interés hay siempre detrás de la amistad con un extranjero”

¿O será que a mi me parece que a ellos no les gusta? Cuyo caso sería incluso peor, porque estaría demostrando en verdad que en mi mente se inoculó, en algún momento de mi vida, la idea de que “no era bueno ser amigo de un extranjero.”

Sin abundar en detalles recuerdo que a mis padres les tenían prohibido, cuando yo era niña, este tipo de amistad. Tal vez ellos hayan sido los causantes inconscientes de este recelo que me hace sentir, muy en lo profundo, cada vez que hablo con Alaa, que estoy haciendo algo malo.

Y si fueron ellos los responsables de este temor mío ¿Quien y por que desconcertante razón, causó a la vez ese temor en ellos?

Danae Suarez

Danae Suárez: Siempre me he sentido en la responsabilidad de defender valores que son eternos y que por desgracia han quedado olvidados en un mundo que tiende más a la despersonalización del ser humano y ¿Qué mejor lugar que mi país para hacer la tarea que debería asumir cada ciudadano consciente? : Trabajar por una sociedad mejor. Nunca olvido la famosa frase de la Madre Teresa de Calcuta: “Todo lo que hacemos no es mas que una gota en el océano, pero si no lo hacemos, esa gota faltará para siempre” y yo, estoy comprometida -desde mi convicción- a que mi gota no falte.

4 thoughts on “Mi nueva amiga Alaa

  • Pregunta cuya respuesta conoces…

  • Mira, la idea de que los foraneos son lo malo, de que la peste siempre viene de fuera, es producto de un órgano insensato y malévolo que busca engendrar una cerrazón a partir de un temor infundado. Esa misma idea lleva aparejado un chovinismo férreo que no es sino una cruel ignorancia que limita. Intenta aprender lo más de la cultura de tu nueva amiga, intenta compartirle lo más posible de tu cultura, verás que ese proceso es inigualable, invaluable e imposible de hallar barreras ciertas.

  • Savier Rojas me puedes explicar que cosa hay que entender de la cultura arabe ???????? una cultura machista donde las mujeres no cuentan para nada, donde las mujeres no pueden votar, no pueden manejar y cuando en casa llegan los amigos del esposo tienen que ir a esconderse en otro cuarto, es esta la cultura que tenemos que conocer ???????? esperate que te respondo ahora mismo ehhhhhhhhhh NO GRACIAS

  • Antes de la caída del campo socialista, cuando la tenencia de divisas era ilegal y el poder adquisitivo del peso cubano permitía vivir con algo de decoro, estudié en la CUJAE, allí tuve dos compañeros de aula mexicanos que en vacaciones no podían irse a su país porque sus padres no podían pagarles el boleto de avión, estudiaban por una beca que Cuba les había concedido. Uno de ellos se fue un par de veces a mi casa a pasar 15 días menos aburridos que mirando la tele en blanco y negro de los cuartos de la universidad, ser extrangero no le facilitaba ligar chicas, sino que se lo ponía más dificil porque su modo difrerente de hablar no era especialmente atractivo para las jóvenes de entonces, los dólares que no tenía no eran necesarios para pasarla bien en la playa o en una discoteca de esa época, pero él se quedaba casi siempre solo cuando los demás nos íbamos con las chicas que preferían a los cubanos. Quien no vivió ese tiempo puede hasta creer que miento. A mi me resultó humanamente grato tener un amigo a quien ayudar a soportar la soledad de vivir en un país donde no conoces a nadie y cuyas costumbres y cultura te son ajenas totalmente. Las miserias humanas que se tejieron alrededor del turismo, la prostitución como alternativa económica, la búsqueda desesperada de un modo de emigrar y, sobre todo, la estupidez de los que creen que vendar los ojos de la gente es el mejor método para que crea en la ¨verdad¨ oficial, fueron algunas de las razones para que el trato con extranjeros pasara de ser tan normal como el trato con cualquiera, a ser un acto casi delictivo, inmoral y deshonesto. Hoy está eso en la mente de todos, es dificil volver a dar la mano a una persona (incluso una niña) que necesita un poco de compañía, sin despertar la suspicacia de los observadores y hasta la propia. Los buenos actos que no persiguen recompensa alguna, que no sea la sonriza de un niño(a) o el movimiento alegre de la cola de un perro, seguirán siendo importantes para algunos y tonterías para otros, depende de lo que lleve cada uno por dentro. Para los que seguimos valorando esas recompensas aunque no nos ayuden a comer, valdrá la pena también saltarse la mirada suspicaz de los vecinos y hasta la voz de los prejuicios desde nuestro interior.

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