Mi visita a La Isla del Coco

Daisy Valera

Foto: Sonia Kovacic

El pasado 7 de enero fue mi cumpleaños 23, y lo celebré como era común hacerlo de niña: visitando un parque de diversiones.

Después de viajar por 45 minutos aproximadamente llegué a las afueras del municipio Playa, donde está ubicada la Isla de Coco, complejo recreativo puesto en funcionamiento no hace mucho.

La entrada cuesta solamente un peso, y si miras a la derecha, caminando hacia los equipos, se puede ver el mar.

El ambiente hace pensar que realmente estás en una isla.

Todo el lugar está decorado con personajes de dibujos animados cubanos: El Capitán Plín, un gato verde con una boina roja que combate a los también presentes piratas, ratas que quieren adueñarse de la Isla del Coco.

No falta tampoco un muñeco gigante de Elpidio Valdés, personaje animado famosísimo en Cuba, mambí que lucha contra los españoles durante el tiempo de la colonia.

En el carrusel están presentes el resto de los personajes de la saga anterior y creo que es el único en Cuba en que los niños tienen la oportunidad de cabalgar sobe Palmiche (caballo de Elpidio).

Otros animados que no faltan son los de las Aventuras de Yeyín (especie de cosmonauta).

La mayoría de los equipos están diseñados para niños y adultos: una montaña rusa, carritos locos, elefantes voladores y pequeños aviones que se mueven a una velocidad asombrosa.

A pesar de lo nuevo del lugar ya pueden encontrarse equipos sin funcionar: un cohete que hace un giro de 360 grados, un gran barco que realiza un movimiento semicircular y las sillas voladoras.

Están detenidos y a juzgar por la experiencia estarán así mucho tiempo, la causa puede ser falta de piezas de repuesto o no saber que sucede.

La Isla del Coco ha comenzado a deteriorase.

También existe una relativamente variada oferta gastronómica si comparamos con otros lugares: refrescos, panes con perro y jamón, chocolates y galletas.

Yo me pude montar en cinco equipos, los menos peligrosos, no soy temeraria cuando de alturas y velocidad se trata.

Terminé el paseo agotada, me divertí mucho, pero en el camino de regreso no pude evitar hacer cuentas.

Gasté 28 pesos por montar en las máquinas, solo  una te puede costar 6 pesos, precios superiores a cualquier otro parque del mismo estilo.

En merendar algo ligero, solo un pan y un refresco gasté 15 pesos, sumando fueron 43.

Pensemos en el caso de una familia de 4 personas, que como yo no montara en todas los equipos y merendara frugalmente, el gasto mínimo sería de 140 pesos.

140 es aproximadamente el 55 percent del salario mínimo cubano.

Entonces me pregunté: ¿Está La Isla del Coco al alcance de la mayoría de los cubanos?

Decidí responderme como lo hace nuestro querido Elpidio Valdés: ¡¡¡Eso habría que verlo compay!!!

Daisy Valera

Daisy Valera: Edafóloga y Blogger. Escribo desde la Ciudad de México, donde La Habana a veces se hace tan pequeña que llega a desaparecer; pero en otras, la capital cubana es una ciudad tan pasado y presente que te roba la respiración.

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