Leon Trotsky, Padura y yo

Daisy Valera

La obra de Leonardo Padura llegó a mi vida casi a finales del 2005, cuando el Análisis Matemático del primer año de mi carrera había fulminado mi antiquísima costumbre de leer un libro tras otro.

Junto  a La noche del aguafiestas de Antón Arrufat,  la tetralogía Cuatro Estaciones de Padura fueron los únicos libros que pude leer en 6 meses.

Mario Conde (personaje principal de las cuatro novelas de Padura) me cautivó pero no me interesó seguir incursionando en lecturas de policiacos cubanos ni en los trabajos de Leonardo.

Trotsky apareció después,  preñando de sentido, pasajes de mi infancia: los libros de las editoriales Mir y Moscú, los álbumes con fotos de Lenin que una vez ardieron en el patio de mi escuela primaria.

Pero sobre todo llenando de argumentos mi realidad de joven universitaria ansiosa de respuestas y soluciones.

Trosky me curó de la indiferencia y llenó el vacío de palabras socialismo, comunismo y revolución.

Palabras que hacía años habían sido desgarradas por experiencias fallidas y discursos vomitivos.

Me abalancé sobre sus libros y no fue difícil concluir que su historia era en parte mi historia.

Cargada de revoluciones traicionadas, purgas y burócratas.

Hace dos años me enteré de que Padura había escrito un libro que tenía a Trotsky como uno de sus personajes, quedé asombrada, había encasillado a este escritor en las novelas detectivescas.

Pero mi asombro tenía otras fuentes, en primer lugar el hecho de que Leon Trotsky está ausente en los libros de historia contemporánea que se imparten en Cuba, borrado como lo borró el estalinismo soviético.

También porque todavía en mis oídos resonaba la frase del profesor/militar  que me impartió Preparación para la Defensa tildando a Leon Trotsky de traidor, en plena aula de mi universidad.

Consciente que el mito del renegado Trotsky aún estaba vivo en la mente de muchos por acá, vi la presentación que hiciera Padura de su libro sobre el asesino de Leon en la Casa de las Américas,  en una sala totalmente llena.

Hoy terminé de leer el libro, no me perturba la historia que cuenta, la conocía.

La publicación de El hombre que amaba a los perros  nos recuerda esa parte de nuestra historia donde nuestro principal aliado fue la URSS y bailamos al compás de una polka rusa.

Este libro de Leonardo Padura es también una forma de resucitar a Trotsky, traerles a los cubanos la historia de un hombre preocupado por los trabajadores del mundo.

Un hombre que denunciaba los crímenes y abusos de poder perpetrados por  la burocracia estalinista, pero que también proponía opciones para sacar a flote una sociedad decadente.

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