La Quema de la Tarasca
Daisy Valera
Unos desfilaron por la otrora Plaza Cívica, apoyando las nuevas políticas partidistas o garantizando que no le descontaran un día de trabajo, no sé bien.
Otros observaron el acto desde la pantalla en sus hogares.
Yo ese día pertenecí al grupo de los que apagaron el televisor para no aturdirme con el discurso gastado y enajenante de los periodistas.
Ya había participado de un desfile mucho más cercano a los trabajadores cubanos, una marcha sincera y alegre.
Una no convocada por los centros de trabajo ni divulgada por los medios oficiales de comunicación, comenzó a las 5 y media de la tarde del 29 de abril, en la Plaza de Armas de La Habana Vieja.
Ese viernes se llevó a cabo la quema de la Tarasca, tradición cubana de siglos pasados que comienza a ser recuperada por Giganterías.
jóvenes artistas que buscan alegrar con su espectáculo a cubanos y extranjeros que recorren las calles más añejas de la ciudad.
La muerte de la Tarasca, monstruo engendrado por todos los males del año, comenzó con una representación teatral.
Un rey histérico que quería la muerte inmediata del monstruo, acusándolo de que por su existencia al pueblo le faltaba carne y leche.
El rey de Tarascón gritaba delirante:- ¡Estas tierras son mías! -el comentario era corregido pero acompañado por un tono de burla:-y también de ustedes, pero tienen que creerme para que yo los proteja con mi Ejército-el mensaje iba dirigido a los espectadores.
Marta era otro personaje en la obra, se oponía a que mataran a la Tarasca sin permitirle expresarse, porque el monstruo no venía a pelear sino a entregarse para que desaparecieran los males del mundo.
Marta clamaba:- ¡La violencia engendra violencia, el amor engendra amor!
Otro personaje enumeraba: No al policía, no al militar, no al comerciante que le pone fin a la flor y el canto.
Luego se les permitió a los presentes que escribieran sobre el caparazón del muñeco todo aquello que quería que desapareciera con el fuego para que fuera mejor el mundo.
Niños y adultos se abalanzaron sobre la Tarasca, después de los diez minutos convenidos podía leerse:
Que desaparezcan: el odio, las enfermedades, el dolor, la burocracia, la guerra, el hambre, el capitalismo, los terremotos y tsunamis, el oportunismo, el miedo
También estaba escrito:
No a la homofobia.
Que todos viajemos libres por el país y el mundo.
Pero habían muchas líneas más, solo pude alcanzar a ver una pequeña parte.
Al ritmo de bombo y tambores aproximadamente 800 personas desfilaron junto a los artistas por las calles de la Habana Vieja hasta llegar a La Punta (fortaleza situada en el malecón habanero).
A las siete de la noche los cubanos y turistas que rodeaban la Tarasca entregaron pequeños papeles con mensajes para que fueran quemados, también ardió en el fuego un ejemplar del periódico Granma.
La hoguera creció, también la alegría y el sonido de una conga.
Todos estuvieron bailando por un buen rato, un poco más conscientes de sus problemas, que puede ser el primer paso para enfrentarlos y solucionarlos.
Lindisima iniziativa espero que la hagan todos los anos
Muy motivador este escrito…
El 11 de Octubre Giganteria quemará la cuarta Tarasca, como clausura al Foro Itinerante de arte urbano, para celebrar los 15 años de trabajo del grupo