Fiestas populares en mi pueblo

Daisy Valera

Foto de carnavales por Bill Hackwell.

El Santiago Espirituano es la fiesta popular más antigua he importante de la provincia en la que nací, en el tiempo colonial Villa del Espíritu Santo y hoy Sancti Spíritus. Los carnavales, como todos le dicen, transcurren aproximadamente entre los días 22 y 27 de julio, y luego de aproximadamente 4 años  tuve la oportunidad de asistir a ellos.

La celebración no había cambiado demasiado desde que yo la dejé, los barrios son asaltados por un inmenso número de personas que vienen desde todos los municipios de la provincia a festejar.

Las calles se adornan y comienza a venderse grandes cantidades de cerveza y alimentos que van desde el tradicional pan con lechón hasta la comida china. Hay música para todos los gustos, solo tienes que caminar hasta el lugar adecuado, y la fiesta dura las 24 horas del día.

En el parque central de la ciudad venden mascaras y en una plataforma grupos cantan temas tradicionales de la vieja trova y el son. El carnaval espirituano ha sobrevivido a los fuertes `problemas económicos del país y es para todos los que viven en la cuidad, un momento de esparcimiento y alegría.

Pero hay para quienes los carnavales son mágicos, y esos son los niños espirituanos. Esta vez las calles me recordaron mi niñez, porque esta fiesta no es solo para los adultos. En estos días los padres tienen la oportunidad perfecta para llevar a sus hijos a divertirse, en todas las esquinas hay equipos, como carruseles, barcos que se balancean como péndulos gigantes, aviones y estrellas que giran con un montón de luces de colores.

Sin duda gran parte de esta celebración es para los niños, los equipos aunque artesanales son hechos con esmero, y siempre son capaces de arrancar risas y gritos de alegría. Tampoco faltan en la fiesta las máquinas de algodón de azúcar y palomitas de maíz, y en las colas quienes esperan para comprar son niños.

Algunos chicos aprovechan para montar en bicicletas o carriolas en las calles despejadas para este propósito.  La niñez de los  cubanos es hermosa, pero lo es aun más en las pequeñas provincias como Sancti Spíritus, donde los niños aun no son tan diferentes y salen a la calle despreocupados de las marcas de la ropa, aun no les interesa que sus padres sean albañiles o doctores.

Los  niños cubanos tienen como único deber estudiar y no de buscar la comida como en otros países del mundo, no saben de drogas o prostitución.  La mayoría comparten los mismos juegos y formas de entretenimiento, que no tienen que ver con el nivel adquisitivo de sus padres, y tienen caras de inocencia y despreocupación, porque todo conspira para que sean felices.

Los carnavales de una provincia son solo una pequeña muestra de la importancia que se le presta a los primeros años de vida en Cuba, que los niños de la isla tengan una infancia feliz no es más que un logro de un país que se propone un proyecto socialista, donde las diferencias sociales y la propiedad privada no están presentes para convertir a nuestros niños en enemigos de clase o trabajadores asalariados.

Daisy Valera

Daisy Valera: Edafóloga y Blogger. Escribo desde la Ciudad de México, donde La Habana a veces se hace tan pequeña que llega a desaparecer; pero en otras, la capital cubana es una ciudad tan pasado y presente que te roba la respiración.

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