Casarse en la Cuba de hoy

Daisy Valera

Foto: Caridad

Cuando hace aproximadamente un mes subí por primera vez las escaleras de un “palacio de los matrimonios”,  solo pude atinar a pensar dos cosas:

Primero: los pequeños negocios privados empiezan a proliferar en todas direcciones.

Segundo: si el Estado no invierte algo de presupuesto en este lugar, el techo caerá sobre la cabeza de una pareja de novios.

Un grupo de personas se abalanzó sobre mí con tarjetas de todo tipo:

Alquileres de trajes para hombre y mujer, peluqueras/ maquillistas, fotógrafos y hasta joyeros graduados de la escuela cubana “Coral Negro” que hasta el momento yo no sabía que existía.

Guardé todas las tarjetas en el bolsillo del  jean y di las gracias, convencida que no utilizaría ninguna.

Nunca soñé casarme vestida de blanco, y digo nunca, prefería en mi niñez el personaje de princesa mil veces antes que el de novia.

Por otro lado casi llego a odiar el maquillaje;  siempre siento que me hace lucir fea.

Las tarjetas solo me sirvieron para constatar con que energía los cubanos se toman el desarrollo de negocios propios y que el mundillo de las bodas puede ser uno de los más lucrativos.

Cuando uno se plantea una boda empieza a notar detalles que antes pasaban desapercibidos:

Parece que es tradición pasearse, vestida con el  traje de novia,  en un descapotable de los 50 por las calles de La Habana, carro que por supuesto hay que alquilar.

Aunque el  paseíllo parece una locura, porque el sol calcina aún más a través del velo,  la novia luce inexplicablemente feliz.

El bouquet,  que es así como se llama el ramito de flores que hay que llevar en la mano por varias horas cuesta más de 20 CUC.

Ese traje blanco que trata de hacer alusión a la pureza y la inocencia (la mayoría de las veces sin conseguirlo) puede tener una tarifa de 50 CUC  por varias horas.

Y el cake, con la parejita de novios de plástico en la parte superior, con facilidad llega al precio de 25 CUC.

Mejor no hablamos de que la novia debe estrenar un vestido después de quitarse el traje y que es tradición irse de luna de miel a uno de esos hoteles donde ahora te cobran un mínimo de 30 CUC por persona en un día.

Conclusión: las bodas de este estilo son el negocio de unos pocos y la preocupación de aquellos que tienen que costearla.

La ilusión de novias y madres de las capas más humildes que nunca podrán hacer el titánico esfuerzo porque hasta comprar un par de zapatos es difícil.

El orgullo de los acomodados que demostraron  que el dinero en sus bolsillos es suficiente.

Atención: hace poco yo me casé vestida de blanco y sonreí a las cámaras.  Más allá de mi postura anti-burguesa, con la que a todas luces fui poco consecuente, decidí complacer a todos los que me acompañaron ese día para desearme que fuera muy feliz.

 

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.