5 horas de dolor

Daisy Valera

El Hospital Calixto Garcia

Después de regresar de Pinar del Río y quizás como consecuencia de bañarme en el río crecido me comenzó a doler un oído.

Escuchaba mis palabras repetidas, y sentía como si dentro hubiese agua pero ya había comprobado que no era esto lo que estaba causándome malestar.

Estuve varios días así, evitando los ruidos y sin hablar demasiado, recordando mis dolores de la infancia que me obligaban a tener un buen conjunto de gotas anestésicas sobre la mesa de noche.

No me gusta visitar el hospital,  soy de esas personas que irresponsablemente apuestan por automedicarse.

Imagínense, mi madre es médica y mi casa siempre ha sido una consulta constante, por fuerza me he aprendido el  tratamiento de algunas enfermedades comunes.

Mi dolor de oídos me parecía común y me receté abundante líquido, pero las cosas se comenzaron a poner un tanto feas cuando empecé a tener mareos.

Fui no con muchas ganas al policlínico más cercano, con un dolor de que amenazaba con sacarme de mis cabales y con el equilibrio en no muy buen estado.

Iba soñado con un analgésico, ilusa, lo que me esperaba era una cola imponente.

Por fin la doctora me atendió, me escucho y amablemente me dijo: -aquí no hay nada para tratarte, con el nuevo reordenamiento de los policlínicos ya no hay guardia ni instrumental de otorrino.

Yo no me lo podía creer, nadie que haya sufrido un dolor de oído se queda conforme con esa respuesta  (la doctora tampoco estaba muy contenta de dármela).

Muy solícita me continuó diciendo: -Mira, para que no te peloteen* ve hasta el Calixto García, allí es donde le corresponde atenderse a la gente de Habana del Este.

Me hubiera reído si casi no estuviera rabiando del dolor. Que las personas que viven en los municipios pobladísimos de Habana del Este tuvieran que tratarse en un hospital del Vedado me parecía cuanto menos ilógico.

Me monté en el camello, nada de taxi, si tienes un dolor pero no tienes dinero te toca tomar la guagua, no hay remedio.

Llegué bajo la lluvia al Calixto y la consulta de otorrino era la más concurrida. El único médico de guardia de esta especialidad estaba en el salón.

Parecía que no iba a librarme de mi oído, esperé, esperé, esperé……

Por fin apareció, que alegría, solo se demoró en volver dos horas. Tuve una suerte envidiable.

La atención también fue impecable, después de la broma sobre que tenía que operarme me mandó algunas pastillas y gotas nasales. Tenía catarro en el oído.

Me fui contenta con mis recetas en la mano hasta la farmacia, pero ya no me sorprendió que  estuvieran contando el dinero y me tocara esperar media hora más.

Bueno, algo así puede pasar cuando no tienes más remedio que zambullirte en el sistema de salud nacional.  Fui al policlínico a atenderme a las 5 y 30 de la tarde y solo pude aliviar mi dolor a las 10 y 30 de la noche.

Las colas, las tardanzas, la falta de higiene y organización se convierten en cosas comunes en la salud cubana.

Pero quiero que de algo no les quepa duda, el personal médico cubano (siempre hay excepciones) puede ser lo mejor que encontrarás. Nada más.

*Peloteen: palabra del argot popular,  significa que te envíen de un lugar a otro.

Daisy Valera

Daisy Valera: Edafóloga y Blogger. Escribo desde la Ciudad de México, donde La Habana a veces se hace tan pequeña que llega a desaparecer; pero en otras, la capital cubana es una ciudad tan pasado y presente que te roba la respiración.

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2 thoughts on “5 horas de dolor

  • crei que en Cuba ya no habian camellos….
    Tengo que dudar de su relato, lo siento.

  • Pana, pensé que Usted dudaría del dicho de esta señorita por aquello de la tardanza en la atención, la falta de higiene en las instalaciones y sobre todo porque escuchaba sus “palabras repetidas”; pero tratándose insignificantemente de un camello, no cabe la incredulidad.

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