Un pez león entró en mi casa

Por Carlos Fraguela

HAVANA TIMES — Capturé un magnifico ejemplar de Pterois volitans, aunque solo me atreví al secuestro por sus reducidas dimensiones, lo que permitió que la tarea fuera muy fácil. El animal, con aletas como plumas muy largas, confía ciegamente en su veneno y no necesita, por eso, de una huida rápida.

Corté un pomo (botella) plástico transparente y lo usé como trampa. Ya dentro del mar, a solo cinco metros de la orilla, nadaba él muy orondo y con un snorquel lo invité a entrar al recipiente, cosa que hizo sin miramientos. En el trayecto a mi casa sufrió estrés, al llegar a mi acuario vomitó su última víctima (un pequeño pez rojo que arrojó completo).

Fascinante es la palabra para esta preciosura de la fauna mundial. Lindo y peligroso a la vez este bebé de solo seis centímetros de longitud, que traje a casa por lo interesante y para observar su modo de comportamiento en mi acuario, donde existen solo invertebrados.

Quise saber cuán agresivos pueden ser estos especímenes ante el peligro y para comprobarlo, utilicé el cepillo que empleo para limpiar de algas los cristales de la pecera. Le puse el cepillo delante y cuando estuvo a su alcance se lanzó con un movimiento muy veloz contra este; quedó trabado, pues las espinas dorsales se encajaron en el material por unos instantes.

No fue una experiencia agradable para él; en cuanto se desprendió corrió a refugiarse detrás de una roca y estuvo largo tiempo allí, hasta que se le pasó el susto. Sentí lastima por el pequeño, pero me enseñó el verdadero peligro que podría significar chocar, por error, con estos increíbles peces.

Había leído sobre ellos, pero no sabía su modus operandi. Pertenecen a la familia Scorpaenidae, que incluye a los peces más venenosos del mundo. Ya sabemos que están en nuestras costas, porque el huracán Andrew, al destruir un acuario estadounidense, los liberó en un medio que no es el suyo originalmente.

En nuestra zona costera existe otro pez de esa familia llamado rascacio, que también posee un veneno que por accidente puede dañar a los seres humanos, que no los perciben, por tener un mimetismo que los ha llevado a ser llamados peces roca.

Hace cerca de tres años, en una de mis incursiones a la costa habanera, detrás del hotel Meliá Habana pude contar 92 peces león en un solo día. Fue una clase de ofensiva extrema contra estos bichos, de los que se dice perjudican nuestra fauna marina al ser depredadores voraces y aquí ya no existen controles biológicos para ellos, más que el hombre, que lo puede consumir por su carne sabrosa, aunque hay que saber limpiarlos sin ser hincado por sus espinas peligrosas.

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