Un dron frente al hotel Saratoga y otro en mi grupo
Carlos Fraguela
HAVANA TIMES — Hace unos días cuando iba camino al trabajo, pasando por el portal del hotel Saratoga descubrí un bullicio de los que forma la gente con cosas desconocidas o nuevas en cualquier contexto urbano; pronto noté que era el primer dron que vería en mi vida frente a frente.
Los había visto en videos, sin embargo, al ver este, que era diferente, supe que era uno. La precisión con que se desplazaba revelaba la tecnología que hay detrás. Leí en la Kiwix lo que cuestan y me pregunté ¿para qué lo estarán usando? Se me hacía tarde, por eso solo lo fotografié.
Al llegar al trabajo me contaron que habían detenido y multado a uno de los compañeros que componen mi brigada de restauración. Es un joven que se llama Denis, posiblemente el más fuerte de todos nosotros. Me recuerda a un dron, es capaz de ejecutar trabajos extremos y, para rematar, es un amigo muy amable que todos queremos en el grupo.
Resulta que camino del trabajo fue detenido por la Policía y le hicieron abrir la mochila para registrarlo. Dentro llevaba un cuchillo de cocina que trajo de su casa para afilarlo en la piedra que tenemos para trabajar. Por esa razón lo multaron con 500 pesos y además quieren enjuiciarlo por portar arma blanca.
Las leyes arbitrarias crean peligro para los seres humanos lejos de prevenirlo. El Estado y la Policía tienen que buscar otra forma más productiva de recaudar dinero que no sea sustrayéndoselo a los trabajadores. Este amigo mío tiene que trabajar muy duro para mantener a su hijo pequeño.
Al día siguiente vi en la tienda Harris Brothers a un vendedor ambulante de cuchillos que llevaba 8 grandes a la vista, y pensé ¿Cómo se supone que debe hacer quien lo compre y deba llevarlo hasta su casa?, tendrá que contratar a un agente para que lo escolte. En Cuba las leyes tratan al hombre como a un esclavo delincuente y estúpido, incapaz de ser responsable de sus actos.
Los únicos autorizados a portar armas blancas son los presidiarios que el sistema utiliza para chapear en las calles de la ciudad con machetes que muchas veces transportan en los ómnibus públicos por necesidad, que los he visto yo.
A partir de ahora solamente se importarán cuchillos plásticos, en fin, ya no hay carne que cortar.
Saber dicernir entre el ciudadano honesto y trabajador (aunque lleve un cuchillo en su mochila para amolarlo) y el delincuente se llama profesionalidad, que es una asignatura pendiente en buena parte de los policías; esa profesión es una de las que más preparación de todo tipo requiere (cualquiera no puede ser policía), a menos que la academia se transforme en “una fábrica de hacer chorizos”.
Carlos no lo menciona, pero la foto dice todo. Si Denis fuera blanco apuesto que su explicación hubiera sido aceptado sin problema.
Estoy de acuerdo con Kamikaze. Con la ciudadanía hay que tener un trato diferenciado. En este caso debió tenerse información acerca de la conducta del ciudadano y el nivel de peligrosidad social que pudiera haberse derivado de la tenencia de esa arma blanca y sus fines. Aclaro que soy amante de la justicia . Escribo y opino desde dentro de la Revolución y hacia dentro de ella. En este sentido, dejo clara miposición política e ideológica.