Lo que algunos pasan

Por Ben Anson

HAVANA TIMES – Se sentaba perfectamente erguida, su postura era tan perfecta como su dominio de la lengua española; ese gran haz de sabiduría e intelecto femenino espiritualmente iluminado que es Lorena, una amiga cercana y excolega, adorada por cada uno de los adolescentes que recibe sus clases.

Una noche nos sentamos alrededor de la mesa en la sala de estar mientras ella nos obsequiaba a mí y -si no recuerdo mal- a su hija, una historia inimaginablemente horrible.

Recuerdo cuando su esposo, quien era guardia de seguridad, la sacaba en brazos de su choza y la colocaba en una hamaca enfrente. Me daba cuenta de que estaba muy enferma, pero no sabía qué le pasaba.  Un día vi que empezó a temblar y convulsionar terriblemente. La miraba desde el frente de mi casa, al otro lado de la calle. Vivian en una choza de chapa corrugada; muy pobre era esa familia. Al ver que se sacudía violentamente fui hacia ella corriendo a través de la calle de tierra. Cuando llegué estaba muerta… una niñita la tocaba mientras decía: mamita, mamita…”.

Así describió Lorena el fallecimiento de una mujer de 25 años, madre de tres -dos chicos y una niña.

Veinticinco años…

La madre había contraído cáncer cervical después de complicarse con una cepa de alto riesgo del VPH (virus de papiloma humano). La historia tuvo lugar a mitad de los noventa, cuando según quien la cuenta, muchas cosas eran consideradas tabú y estaban cargadas de un gran estigma en la sociedad hondureña.

“El padre, como he dicho, era guardia de seguridad. Trabajaba mucho, con horarios irregulares, sobre todo por las noches, y rara vez estaba presente en el hogar luego de que falleciera la madre. Por lo tanto, los tres niños quedaron abandonados a su suerte en la calle”.

Lorena describió cómo el mayor de los tres, poco a poco, devino en jefe local de la banda Barrio 18. Las atrocidades que debió cometer para llegar a tal posición en el bajo mundo, quedan a nuestra imaginación.

Sus rivales del MS-13 terminaron abatiéndolo a tiros.

El hijo mediano desapareció, nadie lo ha visto ni ha escuchado sobre él.

La niñita que tocaba a su madre muerta, se hizo prostituta. Murió de VIH.

Uno escucha estas historias y se ve forzado a reflexionar sobre la existencia y, de hecho, sobre la decencia o utilidad de “Dios”. Respondí, para terminar, con palabras parecidas a esas.

Lorena me miró a través de sus gafas de lectura, inhaló, exhaló, se recompuso y dijo:

“Por muy horribles que puedan ponerse las cosas, Benjamin, siempre tenemos una opción. Si, hay razones comprensibles detrás de cómo algunas personas terminan en gánsters o prostitutas, sin embargo, ellos todavía tenían la opción”.

Que Dios (sea quien sea él, ella, eso o ellos) guíe y proteja a todos los niños de la calle en Latinoamérica y en todo el mundo.

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Ben Anson

"En el momento en que salgo (de un avión), noto que todo en mi cuerpo y en mi mente se reajusta para mí". Así lo comentó Gabriel García Márquez, cuando hablaba de su relación con el Caribe. Él sintió la conexión física y mental más fuerte posible con esta parte del mundo, y consideró que era "sepulcral" e inmensamente "peligroso" para él abandonar esa zona. Solo aquí "Gabo" se sintió "bien" con él mismo. Honduras hace eso conmigo -precisamente lo mismo que el Caribe hizo por Márquez. Una nación resplandeciente, pero problemática, de la que decididamente no he podido separarme desde 2014. Por lo tanto, trato de capturar su esencia a través de la palabra escrita.

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2 thoughts on “Lo que algunos pasan

  • Gracias por su historia, Ben. Por favor, escriba más a menudo. Sus piezas, su mirada excéntrica en el contexto de este medio son un soplo de aire fresco.

  • Que cumplido más bonito, Pepe Pan. Muchísimas gracias por decirlo, ya me hizo la semana. Bendiciones.

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