Honduras de aquí y Honduras de allá

Por Ben Anson

En la Costa del Caribe

HAVANA TIMES – En Honduras existe un dicho que, de hecho, causa algo de humor entre los hondureños: “El Honduras de aquí y el Honduras de allá”.

Ahora bien, ¿por qué tal dicho? Se debe principalmente a las grandes desigualdades que se observan entre la vida, la gente y el ambiente de la Costa Norte (sector del Caribe) y el interior occidental. Recientemente, debido a mi mudanza desde Caribe a las tierras altas occidentales, me ha sido imposible no notar dichas diferencias.

Me dirigí a Copán, sitio de renombre internacional y Patrimonio Mundial de la Unesco, que cuenta con las ruinas más antiguas de todo el viejo reino maya de la actual América Central. Antes de ir allí, un amigo mío, un hombre de negocios de El Progreso, me dijo que me iba a sorprender. Fue una muy buena sorpresa.

La ruinas en Copán, Honduras

“No, pues … allá vas a ver puro turismo. Calidad. Todo bonito, historia, cultura vos … la verdad, es otro país”.

La situación del COVID-19 me obligó a salir de mi querida zona costera, luego de quedarme sin trabajo debido a la pandemia. La mala suerte plagaba el día a día. Eso, desgraciadamente, trajo como resultado que yo debiera meses de renta antes de tener que dejar mi departamento allá en El Progreso.

No hace falta decir que el encierro fue horriblemente tedioso. La lucha por sobrevivir era día tras día. Mientras, la lucha se convirtía en el mejor amigo de uno en una ciudad abrasadora y soleada llena de pícaros deportados de los EE.UU., empresarios que persiguen el peso, médicos cubanos, millonarios palestinos, coreanos propietarios de restaurantes y una mayoría de ciudadanos respetables y trabajadores.

Debo decir una vez más, como lo he hecho en varias ocasiones en artículos anteriores, que la gente de El Progreso (en general) son almas completamente nobles y bondadosas que en cualquier momento dejarán lo que estén haciendo para ayudar a uno de la manera que puedan…

Sin embargo, sin una línea de trabajo decente en El Progreso, realmente no hay necesidad de quedarse allí. Es, con toda honestidad, un entorno feo, lleno de mercados callejeros sucios y fábricas en expansión. Así que a partir de entonces me vi en busca de trabajo un poco más lejos de allí.

Para no convertir este simple relato en una completa saga, o usando una frase más común – “para hacer la historia más corta” – me ofrecieron un puesto de profesor en una prestigiosa escuela bilingüe en Copán. Acepté, aunque no sin antes tener una larga consideración por alguien que temía la idea de dejar atrás las cristalinas y lúcidas aguas de la costa del Caribe, su estilo de vida relajado, mujeres hermosas, vida nocturna emocionante y amistades coloridas, etc.

Muchos dijeron:

No seas tan cerrado de mente, Ben, Copan es maravilloso; ruinas mayas, gran café y arquitectura colonial “.

Admito haber dado algunas respuestas tontas.

Bueno … suena bien, pero no es comparable con pasar un día en una hermosa playa, bebiendo ron mientras te meces en el mar cristalino con una mulata“.

Deberías intentar crecer un poco, Ben“.

Tal vez debería hacerlo. Quizás la vida no se trata solo de ron y mulatas.

Sin embargo, ruego no estar de acuerdo…

En Copán

No obstante, puedo decir honestamente, que después de haber pasado casi un mes en las ruinas de Copán, encuentro el lugar perfectamente cómodo y decididamente refrescante en muchos sentidos. Ya no sudo y me apresuro por las calles planas y soleadas de ciudades costeras como El Progreso, Tela y Ceiba.

En esas urbes el tráfico es atropellado y caótico, con perros callejeros tomando sombra bajo palmeras ubicadas al azar, y reguetón o dancehall a todo volumen en innumerables bocinas. Además, están alineadas con edificios desordenados, de colores abigarrados y arquitectura de influencia estadounidense. Eso es resultado histórico de las antiguas compañías estadounidenses de frutas que operaban allí.

Ahora, uno sube y baja por las colinas de calles adoquinadas alrededor de las ruinas centrales de Copán. Dicha metrópolis tiene edificios coloniales españoles por todos lados, guacamayos resplandecientes volando en sus parejas aéreas -taxis tut-tut de tres ruedas tambaleándose, chirriando y sacudiéndose- mientras los hombres y mujeres indígenas ejercen sus oficios.

Descendientes del otrora poderoso Maya Chorti, muchos aquí llevan con orgullo las claras características de los indígenas amerindios. En las esquinas, las mujeres venden comida rápida, como maíz al vapor. Los hombres y niños cortan madera en las colinas, buscando leña para sus pupusas, baleadas y empanadas a la hora de la cena y el café recién hecho en el desayuno.

Probablemente, el café es la exportación número del lugar. Tiene numerosas cafeterías de lujo y empresas familiares como San Rafael y Welchez Café que operan con éxito desde sus bases aquí. Un paisaje montañoso tremendamente verde y bella rodea todos los alrededores.  Esta se ha transformado notablemente de las selvas llenas de jaguares del apogeo maya a la masa de plantaciones de café que vemos hoy.

Para mi gusto personal, también es una comunidad internacional llena de intelectuales, desde arqueólogos e historiadores hasta expertos en conservación de la vida silvestre y guías turísticos. Hasta ahora he conocido a colombianos, venezolanos, salvadoreños, guatemaltecos, alemanes, británicos, estadounidenses y canadienses.

Como resultado de tanto contacto con extranjeros, los lugareños se han ido familiarizando y acostumbrando gradualmente a conocer gente foránea. Eso marca la diferencia en un país como Honduras donde ninguna pregunta es demasiado personal y los interrogatorios pueden ser realizados a cualquier hora del día por absolutamente cualquier persona.

Copán, si es que no ocurre con toda la zona occidental de Honduras, incluida su capital, Tegucigalpa, está bendecida con una población respetuosa, de mente abierta y más comprensiva en comparación con la gente a lo largo de la costa, que en su mayoría es ignorante, ruda y completamente ingenua.

In Copán

Como botón de muestra, en Copán o Tegucigalpa, por ejemplo, a un extranjero se le puede hacer la siguiente pregunta en un tono de voz cortés, educado y genuinamente “interesado”:

“¿Y qué estás haciendo aquí?”

También pueden decirte: “Entonces, ¿qué te trajo aquí?”

Esas palabras van acompañadas de una sonrisa amistosa y una mirada interesada. Inmediatamente uno se siente a gusto para contestar. Sabe que cualquier réplica es ‘buena’, ya sea usted un alemán entusiasta de la vida silvestre intrigado por el comportamiento de una guacamaya o algún alaskeño adicto al café, que busca comprar esos granos de primera clase para amigos y familiares de vuelta a casa.

En la costa, sin embargo, esas mismas preguntas se plantean la mayoría de las veces con caras arrugadas, tonos condescendientes y sonrisas desconcertadas. Eso implica de manera bastante poco sutil que el interrogador ya considera al extranjero extraño o peculiar por querer estar en Honduras.

“¡Pero eres de Inglaterra! ¡Allí todos tienen dinero y viven bien! Me encantaría ir a Inglaterra, joder. Lo que daría por haber nacido en Inglaterra, ¡y aquí estás en Honduras, Ben! “

Si hubiera ganado un lempira por cada vez que escuché frases como esas, con todos los millones que habría acumulado, Pablo Escobar parecería un pobre delante de mí. La tragedia de la costa es que la gente ha sido bendecida con una belleza natural excepcional, pero sin ambición y educación mínima.

No son todos, pero muchos, sueñan en hamacas, absortos en sus discusiones semihumorísticas, pero en última instancia banales y delirantes de ganar miles de dólares trabajando como ilegales en la construcción en Boston o Houston. Mientras, esperan durante días a que sus familiares les envíen dinero a través de la Western Union, bebiendo tontamente, durmiendo e inmersos terriblemente en las redes sociales.

Cuando no están involucrados en tales actividades, pueden ser una compañía maravillosa, relajada, de buen humor y simplemente divertida. Sin embargo, esa actitud negativa y la mierda de adorar a los Estados Unidos se vuelve horriblemente tediosa.

No obstante, en Copán existe un orgullo notable por la historia y la cultura no solo de la ciudad, sino también de la nación en su conjunto. Las discusiones sobre los Estados Unidos son mínimas, en el mejor de los casos.

Los lugareños entienden inmediatamente el amor que uno siente por Honduras. También he notado cómo están más dispuestos a comprender que “la hierba no es más verde” en Europa o América del Norte. Después de ver a Billy Elliot con una enfermera de Olanchito que se llama María, se volvió hacia mí y me dijo “se ve muy sombrío y deprimente en Inglaterra, no me sorprende que te guste aquí”.

Curiosamente, maldecir es algo que apenas ocurre en Copán. Llegaba de la costa, donde a cada palabra le sigue un ‘hijueputa’, ‘comepinga’, ‘pija’, ‘paja’, ‘mierda’, ‘verga’ o ‘culero’. Así que he tenido que morderme la lengua y reordenar rápidamente las oraciones, porque me acostumbré a hablar con bastante libertad y con un uso tremendamente liberal de palabrotas y jerga. Eso simplemente no se hace aquí.

En conclusión, hasta ahora, mi corto tiempo en Copán ha sido un descubrimiento muy intrigante. Disfruto mucho experimentando las diferencias y aprendiendo sobre el área, día a día. Siempre echaré de menos a la diversión, lo relajado y la locura general de la costa. También extrañaré mis amistades coloridas allí, pero para alguien que desee promover y establecer un futuro productivo en el país, Copán probablemente sea la mejor opción.

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Ben Anson

"En el momento en que salgo (de un avión), noto que todo en mi cuerpo y en mi mente se reajusta para mí". Así lo comentó Gabriel García Márquez, cuando hablaba de su relación con el Caribe. Él sintió la conexión física y mental más fuerte posible con esta parte del mundo, y consideró que era "sepulcral" e inmensamente "peligroso" para él abandonar esa zona. Solo aquí "Gabo" se sintió "bien" con él mismo. Honduras hace eso conmigo -precisamente lo mismo que el Caribe hizo por Márquez. Una nación resplandeciente, pero problemática, de la que decididamente no he podido separarme desde 2014. Por lo tanto, trato de capturar su esencia a través de la palabra escrita.

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One thought on “Honduras de aquí y Honduras de allá

  • Le felicito por su nueva etapa y le animo a que nos siga contando de esta otra Honduras.

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