Ausencia de vida silvestre

By Ben Anson

El baile del jaguar.

HAVANA TIMES – Honduras es una nación repleta de una increíble variedad de flora y fauna. Desde los tiburones ballena en sus aguas caribeñas, hasta los cocodrilos que patrullan los extensos ríos y desde los árboles de caoba que se encuentran los densos bosques, hasta los espléndidos arrecifes coralinos, hay mucho que promover y conservar si usted es un entusiasta de la naturaleza. Incluso si no lo fuera, debería ser obligatorio que todos los países hagan un gran esfuerzo para proteger su vida silvestre.

Es perfectamente evidente que Copán es un punto de acceso turístico, famoso por la abundancia de guacamayos escarlata que son criados y reintroducidos en la naturaleza por los trabajadores de Macaw Mountain. Sin embargo, a pesar de eso, dicha ciudad (en la cual resido actualmente) ha hecho un trabajo decididamente muy pobre en cuanto a la protección de otras criaturas.

Dondequiera que vaya en esta urbe, encontrará todo tipo de referencias a los grandes jaguares, los muy preciados y respetados felinos de los antiguos mayas. Las ruinas de Copán son, solo por mencionar rápidamente, las ruinas mayas más antiguas que existen. El Jaguar, obviamente, abundaba en aquellos tiempos. Ancianos, hechiceros, líderes guerreros y la nobleza maya (los más respetados y venerados de su sociedad) todos se adornaban con capas de piel de jaguar, cinturones y otras prendas similares.

Incluso el emblema de la escuela bilingüe en la que trabajo es la cabeza de un jaguar. Jaguares pintados aparecen en los murales de todo aquello. Cualquier cosa, desde un hotel, hasta un elegante brebaje de café, es llamado Jaguar esto y Jaguar aquello.

Al llegar aquí por primera vez, naturalmente pregunté.

“Entonces los jaguares viven bien retirados en las montañas ¿cierto?”

Le planteé esta pregunta a una guía turística guatemalteca que se conoce con el nombre, decididamente no guatemalteco, de “Jacky”.

“¿Qué jaguares, Ben?”

“Oh…”

Ella continuó informándome que no habían existido jaguares en Copán durante años y años.

“Aquí solo hay tigrillos …”

Me reí. “Pequeños tigres”. ¿Qué es un pequeño tigre para un centroamericano?

“Solo son gatitos salvajes…” Aparentemente, gatos salvajes. Conociendo Honduras, probablemente solo sean animales domésticos abandonados o perdidos que se han vuelto salvajes.

Así que nada de jaguares. Tampoco Pumas, según me dijeron.

Cazadores de un tapir en la región de La Moskitia.

Pregunté por otra parte. Escuché de varios lugareños que ciertamente no había grandes felinos, renuncié de mala gana a tal vez presenciar algún felino salvaje y, por lo tanto, pregunté sobre la situación canina.

“¿Seguramente debe haber coyotes?”

“No … no hay coyotes”.

Lo mejor que escuché fue de un colega estadounidense, quien me dijo una noche: “No he visto coyotes ni depredadores, pero una vez vi algunos venados en una plantación de café, a primera hora de la mañana”.

No es que los ciervos y los guacamayos rojos no sean criaturas hermosas. Sin embargo, creo que es una gran vergüenza y, de cierto modo, desconcertante, que en las profundidades del corazón de los mayas se hayan cazado hasta su completa y total extinción a animales que alguna vez fueron sagrados. También considero algo peculiar esta promoción local del Jaguar, teniendo en cuenta que no queda ninguno de ellos …

Existe una organización maravillosa con el nombre de Pantera, cuya misión es restablecer poblaciones saludables de esos majestuosos felinos a lo largo de lo que ellos denominan el “Cinturón de Jaguar”, que se extiende desde México hasta Brasil. Ellos han realizado un buen trabajo en otras zonas de Honduras y me sorprende que no hayan asistido a sus prolíficos esfuerzos en un área como Copán.

La caza excesiva en Honduras es algo que requirió severas multas hace mucho, mucho tiempo. Todavía es completamente posible restablecer poblaciones de ciertas criaturas, por lo tanto, se deben imponer severas sanciones.

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Ben Anson

"En el momento en que salgo (de un avión), noto que todo en mi cuerpo y en mi mente se reajusta para mí". Así lo comentó Gabriel García Márquez, cuando hablaba de su relación con el Caribe. Él sintió la conexión física y mental más fuerte posible con esta parte del mundo, y consideró que era "sepulcral" e inmensamente "peligroso" para él abandonar esa zona. Solo aquí "Gabo" se sintió "bien" con él mismo. Honduras hace eso conmigo -precisamente lo mismo que el Caribe hizo por Márquez. Una nación resplandeciente, pero problemática, de la que decididamente no he podido separarme desde 2014. Por lo tanto, trato de capturar su esencia a través de la palabra escrita.

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