La Sociedad Abierta y sus enemigos
Por Armando Chaguaceda
HAVANA TIMES – Por todo el orbe, circulan campañas contra la organización Sociedad Abierta (Open Society, en su denominación original) fundada por el magnate y filántropo George Soros. Pese a la narrativa casi idéntica de estos ataques, su procedencia no puede ser ideológicamente más diversa.
Nacionalistas de extrema derecha y populistas de izquierda. Extremistas islámicos y supremacistas blancos. Leninistas criollos y conservadores obsesionados con el marxismo cultural. Un auténtico Parque Jurásico de la política iliberal. El denominador común es la denuncia contra un supuesto complot globalista, que amenaza a las naciones y pueblos de todo el mundo.
Para evaluar la realidad detrás de las acusaciones, revisemos los datos transparentados por la propia organización. El trabajo de Sociedad Abierta en América Latina -con foco en países como Colombia, México y Venezuela, dirigidos por gobiernos de disímil orientación ideológica- promueve la reducción de la violencia, la transparencia gubernamental y la libertad de información, así como la participación de las mujeres en política.
Para estos menesteres, su presupuesto aumentó de 2010 a 2020, de 43 a 55 millones de dólares. Hoy incluye nuevos fondos para el combate a las secuelas sociales de COVID19, el apoyo a medios y periodistas jóvenes, así cómo el soporte a activismos varios: feministas, comunitarios, ambientalistas.
En Estados Unidos, Sociedad Abierta ha apoyado numerosos proyectos progresistas. Estos incluyen la American Civil Liberties Union -defensora de derechos civiles-y la Arab American Institute Foundation, que denuncia la represión israelí contra los palestinos. Algo que ocultan aquellos antisemitas que atacan a Soros por su condición judía, pero entendible por quienes comprenden su trayectoria, ideario y la compleja gestión de su organización.
Sociedad Abierta también apoya a la National Association for the Advancement of Colored People Legal Defense and Education -defensora de la población afronorteamericana-, el National Council of La Raza -defensor de los inmigrantes- y al Planned Parenthood -promotor de los derechos de la mujer-, entre otros colectivos.
El pasado año, en un ejercicio de autocrítica inherente a las sociedades abiertas, Sociedad Abierta condenó la violencia trumpista, incluida la represión policial a manifestantes y la intentona del Capitolio. Ante esos hechos, la organización señaló “Fundada para promover los derechos humanos y la justicia en todo el mundo, Open Society nunca ha estado ciega a los problemas en el propio Estados Unidos, una sociedad con su brutal participación en la injusticia racial y la exclusión económica”. Aprobando 220 millones de dólares para organizaciones dirigidas por afroamericanos comprometidas con la lucha por la igualdad y justicia raciales.
En realidad, allende los debatibles actos o ideas de su fundador, los ataques a Open Society tiene una raíz más profunda. Su labor de promoción cívica molesta a reaccionarios y radicales antidemocráticos. Enemigos del pluralismo político y la diversidad social, unidos en el recelo a las causas liberales y auténticamente progresistas.
Esas que suponen un tipo de discurso y accionar, autónomo y (auto)crítico, intolerable para liderazgos, movimientos y regímenes autoritarios. Los que, en su teología política, confunden Fé e Ideología. Y el derecho a tener derechos con insubordinación punible ante los poderes establecidos. Desde una visión opuesta al cambio civilizatorio modern, identificado por Karl Popper como la transición de la sociedad tribal o «cerrada», con su sumisión a las fuerzas mágicas, a la «sociedad abierta» que libera los poderes críticos del hombre.
Adicionalmente, la arremetida antiliberal suma, a menudo, una desmemoria selectiva e hipócrita. Es el caso de los muchos Viktor Orban -grandes y pequeños, conservadores o progresistas- que usan los derechos y recursos de la sociedad abierta para forjar su trayectoria política. Y luego, al gobernar, denuncian los mismos reclamos que les llevaron al poder. En el nombre de un pueblo que deben ser interpretado, encarnado y preservado. A veces, incluso, en contra de sí mismo.
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Referencias:
-https://www.opensocietyfoundations.org/financials
-Emili Tamken, The Influence of Soros: Politics, Power, and the Struggle for Open Society, Harper, 2020 y, del propio Soros, En defensa de la sociedad abierta, Paidós, 2020.
-https://www.opensocietyfoundations.org/newsroom/open-society-foundations-announce-220-million-for-building-power-in-black-communities
No me queda muy claro por qué deberíamos apoyar a este Sr y su acción global(ista)
Sociedad abierta: no fronteras, black lives matter, abortos a tutiplén, ataques a Israel, críticas a republicanos y silencio con los demócratas. Ahora si Chaguaceda me sorprende